El joven inventor español que rechazó a Apple para triunfar por sí mismo

El joven inventor español que rechazó a Apple para triunfar por sí mismo

Arquitecto, investigador y, sobre todo, inventor, Rodrigo García (Vitoria, 1984) relata con pasión y, sobre todo, con la jovialidad propia del genio inquieto: “Concibo ideas e intento materializarlas para que la sociedad las disfrute y que el mundo en que vivimos mejore”. ¿Cómo? Desarrollando ciertas actitudes. En primer lugar: “Observo con ojos empáticos qué pasa […]

Arquitecto, investigador y, sobre todo, inventor, Rodrigo García (Vitoria, 1984) relata con pasión y, sobre todo, con la jovialidad propia del genio inquieto: “Concibo ideas e intento materializarlas para que la sociedad las disfrute y que el mundo en que vivimos mejore”. ¿Cómo? Desarrollando ciertas actitudes. En primer lugar: “Observo con ojos empáticos qué pasa en el entorno y busco soluciones a problemas que identifico”. En segundo: “Paso la idea, la comparto para que crezca... Por último, ‘chuto’ la idea”, afirma en un tono lúdico. “La lanzo aunque no esté lista: sin temor a equivocarme o a que la copien. Hay que aprender de los errores, y las ideas no tienen valor si no les dedicas esfuerzo, eliges al equipo o concretas los prototipos”, afirma quien ha llegado a ser llamado ‘Da Vinci español’, pese al disgusto del propio Rodrigo. Y así empezó 'Ooho', su recipiente de algas marinas. “Una alternativa barata y biodegradable frente al plástico. Tras la idea, creamos una licencia Creative Commons y grabamos en video cómo hacerlo. Como esperábamos, las réplicas de la gente nos dieron pistas de mejora”. 'O Hop' (2012), la maleta inteligente conectada a su propietario “mediante tres receptores que triangulan las señales ‘bluetooth’ que llegan desde su móvil”. Un microcontrolador las interpreta y dirige la maleta mediante un sistema de oruga, ¡qué sube escalones! O, incluso, 'Devebere' (2011): un procedimiento constructivo con propiedades estructurales, ideado por Rodrigo, Maciej Siuda y Bernardo Robles a partir de materiales de desecho. La inventiva de Rodrigo se despliega también en proyectos pequeños como 'Toothmate', el cepillo de dientes adaptado a la disposición dental, que no necesita agua ni pasta y se activa con la saliva; o 'Colillas en flor o BWF' (2007), que neutraliza los filtros de cigarrillos incorporándoles semillas de eschscholzia californica que, al florecer, aceleran su degradación. Ya en su etapa académica, Rodrigo García apuntó propósito y maneras al titularse con honores en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM), con sus patentes sobre estructuras desplegables. O, más tarde, como profesor en la Universidad de Cornell (EE UU), en el CEPT (India) o en la Universidad de Kingston, en Londres, donde, dice, centraba a sus alumnos en “la resolución de problemas reales con clientes reales”. Pero, sobre todo, con Skipping Rocks Lab, su startup, que cuenta con el apoyo de la Climate-KIC Accelerator del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. Apple quiso incorporarlo a su equipo de diseño, pero Rodrigo prefirió su propio camino. Aunque ecológicos y sostenibles, todos sus proyectos solventan necesidades de forma eficiente: 'Chapanalgas' (2007) emplea bolardos como asientos; 'LamPipas' (2011) es una lámpara que utiliza las cáscaras de las semillas de girasol; o la silla Ox (2011), “que se despliega hasta doblar su tamaño: fácil de construir en apenas dos horas sin desperdicio de material”. Rodrigo acude regularmente a citas, certámenes o encuentros buscando un compromiso o la financiación de particulares o empresas para desarrollar sus patentes o producirlas a escala industrial. Fue el caso de '12 Miradas Riverside', un programa impulsado por la Corporación Hijos de Rivera y el Laboratorio Creativo Vilaseco de A Coruña. “Estoy desarrollando 'Ooho', mi idea de packaging para líquidos. Hemos conseguido inversores y ya somos diez personas en el equipo, enfocado a comercializarla cuanto antes. Es impermeable, comestible y será una revolución en la conservación”, asevera. “Estamos trabajando en distintos planos: el químico, mejorando la membrana con un material natural, y ampliando su espectro de contenidos. El plástico es un material excelente, pero no hay correlación entre su tiempo de uso y los 700 años que tarda en degradarse. O el ingenieril: “Construyendo máquinas que la materialicen -pequeñas, como máquinas de café-, de manera local, y paliar un problema en el contexto de la logística actual. Un producto tiene hoy más impacto en nuestras vidas que la arquitectura: se puede replicar y cambiar la vida de la gente en cualquier lugar del globo”.

ETIQUETAS:
  • Arquitectura