Pascual Girona, chef, uno de los fundadores de La Bohème Catering, y el también socio Alejandro Zarraluqui, con formación en el sector de la economía y los negocios.

En buenas manos con La Bohème, un catering a la altura de los paladares más selectos

El empuje de dos chefs y un economista es el origen de La Bohème, una empresa de catering con la mejor gastronomía y el cuidado servicio como señas de identidad, y la flexibilidad como bandera.

Contar entre los socios fundadores de una empresa de catering con dos chefs formados en Le Cordon Blue parece un buen comienzo; que se una luego al equipo un experto en banca privada es como la guinda que garantiza el éxito de la empresa. Pero no en tiempos de COVID: si el escenario cambia tan bruscamente de un día para otro cuando apenas llevas unos meses en marcha, hace falta, además, iniciativa, tesón, capacidad de reinvención y trabajo, mucho trabajo. Y entonces sí, cuando lo peor se supera, no hay marcha atrás.

Es, en pocas líneas, la historia de La Bohème, una empresa de catering que ahora, por fin con el viento en popa, se ha convertido en una de las más apreciadas del sector gracias a la calidad de una gastronomía que la formación de sus fundadores garantiza; a una flexibilidad capaz de adaptar su oferta a los deseos y circunstancias de cada cliente, y a un cuidado servicio al que dedican gran parte de sus preocupaciones, al fin y al cabo es “la gente en la que tú depositas la confianza para que dé la cara por ti ante el cliente”.

Los entrecomillados pertenecen a Pascual Girona, uno de esos chefs formados en Le Cordon Blue, también a las órdenes del gran Joël Robuchon en L’Atelier –en su caso, además, con tradición de catering en la familia, La Cococha de su tía, y Ciboulette de su madre–, que idearon La Bohème. El otro chef es Felipe Faura, con similar formación y trabajos con otros grandes de la cocina como Ramón Freixa. Ellos fueron quienes, en febrero de 2019, junto a un tercer emprendedor, pusieron las bases de un proyecto que fue bien, bastante bien, hasta que, justo un año después, la pandemia lo cambió todo. También el equipo: ese tercer socio se fue y entró Alejandro Zarraluqui, nada que ver con la gastronomía, pero sí mucho con las finanzas y los negocios.

Pascual Girona, chef, uno de los fundadores de La Bohème Catering, y el también socio Alejandro Zarraluqui, con formación en el sector de la economía y los negocios.
La calidad de los servicios de La Bohème viene dada por la formación y atención al detalle de sus fundadores.

¿Cómo seguir? Lo intentaron con una pastelería online que no llegó a cuajar; y luego con la empresa Smart Kitchens, un negocio entre el real estate y la gastronomía en el que reacondicionan locales para alquilarlos como cocina, centro de logística y reparto a empresas de delivery. Les funcionó y les sigue funcionando. Pero cuando por fin el COVID dio un paso atrás y, en un mundo en ebullición tras tanta celebración pospuesta, el catering empezó a crecer, volvieron a los orígenes y se volcaron en La Bohème. Desde entonces, ayudados con algún contrato importante como con el World Padel Tour, son ellos los que no han parado de crecer.

Bajo las banderas de “flexibilidad, versatilidad y alta calidad” organizan eventos, reuniones corporativas y celebraciones, muchas bodas, en los que dan servicio a decenas o a más de mil personas, por precios que, aunque depende en gran medida de las peticiones de cada clientes, se sitúan –sirva solo como referencia– en unos 60 euros por persona para un cóctel o en torno a los 165 para una boda.

Y ahora, por suerte, los miedos son otros y pasan más por cómo mantener una estructura que implica a entre 15 y 20 personas fijas, pero que llega a emplear hasta a 140 en un fin de semana. La búsqueda de nuevas líneas de negocio es una de las respuestas –con la invitación, también, a nuevos inversores, como el piloto de Fórmula 1 Carlos Sainz–, así que a La Bohème y a Smart Kitchens recientemente han sumado una empresa de smash burgers, con restaurante propio en Madrid, Boogie, y también servicio de delivery, y muchos planes en el horizonte, como food trucks por ejemplo y, alguna vez, un grupo de restaurantes. Cuando has superado lo peor, todo parece posible.

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