Glenn Miller: la gran leyenda del swing
15 de diciembre de 1944. Canal de la Mancha. Noche. Un pequeño avión monomotor intenta cruzar desde Londres hacia París. Junto a otro oficial y a un joven piloto va como tripulante de último momento el mayor del ejército estadounidense Alton Glenn Miller, conocido artísticamente sin su primer nombre.
El mayor, exitoso músico en la vida civil previa a la guerra, tiene urgencia por supervisar personalmente todo lo relacionado con las presentaciones de la banda militar que dirige y ha formado a pedido del comandante Dwight Eisenhower, y que, con sus actuaciones ante las tropas aliadas, es considerada –inmediatamente después de recibir carta desde casa– “el mayor generador de moral en el teatro de operaciones europeo”.
Ese avión nunca llegará a destino. Sus tripulantes jamás volverán a ser vistos, lo que no impidió, más bien alentó, el surgimiento de leyendas sobre el destino final de Miller: desde un derribo provocado por fuego amigo británico o desfalleciente víctima de un cáncer de pulmón en un hospital galo –propalada por su propio hermano–, hasta algunas alocadas, como la que lo coloca sufriendo un ataque cardíaco en un burdel francés o ejecutando un viaje secreto para pactar la rendición de los nazis. Sin embargo, está confirmado que la nave, una avioneta, en rigor, cayó al mar producto de varias fallas provocadas por volar a baja altura bajo frío extremo: congelamiento de los conductos de combustible, sobrecalentamiento de motor, entre otras.
No es excesivo decir que Glenn Miller –trombonista desde los 12 años– es uno de los nombres más célebres de lo que se conoce como la era del swing, una etapa del jazz que prevaleció a finales de la segunda mitad de la década del 30 del siglo pasado y durante la contienda bélica.
In the Mood, Moonlight Serenade, Chattanooga Choo Choo, Pennsylvania 6-5000, A String of Pearls, American Patrol, Tuxedo Junction, entre otras: un puñado de éxitos inoxidables que logró con su banda lo siguen justificando.