El doctor Kita Sallabanda junto a la máquina de radiocirugía ZAP-X, en la sede del IRCA, en Madrid.

Instituto de Radiocirugía Avanzada: donde los milagros son posibles

Dice que lo que hacen en el Instituto de Radiocirugía Avanzada es “dar vida” a sus pacientes. No gracias a un don sobrenatural: el secreto estriba en un experto equipo de profesionales y una innovadora tecnología.

En un encuentro de neurocirujanos y radiocirujanos, entre quienes el doctor Kita Sallabanda es una eminencia, surgió la idea, el reto quizás, de hacer algo que situara a España en la vanguardia mundial de la especialidad, probablemente por primera vez. Por ejemplo, incorporar a nuestro sistema sanitario la máquina ZAP-X –de la que solo había tres en Europa y diez en todo el mundo–, cuya tecnología de última generación permite tratar cánceres, dolores extremos y otras patologías de cabeza y cuello con la máxima precisión y eficacia y, además, de forma relativamente cómoda: apenas una sesión de media hora, sin anestesia y que permite al paciente volver a casa en el día. Sallabanda se reunió con el Ministerio de Sanidad –eran los meses inmediatamente posteriores a la pandemia– y expuso sus intenciones, pero no tuvo éxito. Al final, un grupo de médicos, inversores y una clínica privada pusieron los tres millones de euros necesarios para comprarla. Ahora, ese robot milagroso está en el Instituto de Radiocirugía Avanzada (IRCA), en Madrid.

ZAP-X es visible desde la calle. Su aspecto futurista contrasta con la sencillez del entorno en el que se encuentra, una pequeña sala, eso sí acristalada, para que la luz natural acompañe al paciente y le aleje de los escenarios tenebrosos habituales en este tipo de tratamientos. Las historias que allí se acumulan se mueven entre la tragedia personal y la esperanza que el éxito en su tratamiento inspira: la profesora con cáncer que ganó a la enfermedad el tiempo necesario para ver a sus hijos acabar los estudios; el enfermo de neuralgia del trigémino –un nervio de la cara que puede causar dolores insoportables y que ha llevado a algunas de sus víctimas a intentos de suicidio– que logró una calidad de vida que temía no recuperar nunca, o el niño con un tumor maligno que fue tratado a pesar de no contar con los recursos económicos suficientes –que pueden oscilar entre los 5.000 y los 12.000 euros según los casos–.

El doctor Kita Sallabanda junto a la máquina de radiocirugía ZAP-X, en la sede del IRCA, en Madrid.
El doctor Kita Sallabanda junto a la máquina de radiocirugía ZAP-X, en la sede del IRCA, en Madrid.

“Lo que nosotros hacemos aquí –resume el doctor Sallabanda– es dar vida, con la mejor tecnología que existe en el mundo”. Y añade, en una explicación gráfica de la eficacia de la máquina: “¿Por qué tenemos que operar una metástasis cerebral abriendo la cabeza al paciente, con el riesgo y convalecencia que conlleva, cuando estando 25 minutos tumbado en una mesa desaparece igual?”.

Por supuesto, no todo en IRCA es la famosa máquina. Antes, durante y después de esos 25 minutos milagrosos existe “mucho trabajo, mucha filosofía, mucho conocimiento y mucho estudio” de un experto equipo de profesionales del que Sallabanda es el máximo exponente: presidente de la Sociedad Europea de Neurocirugía, autor de Radiocirugía, un libro-tratado considerado una biblia en el sector, con un currículum de estudios y reconocimientos imposible siquiera de resumir –al que se añade haber sido cónsul de España en Albania, país en el que nació su padre y con el que mantiene aún estrechos vínculos–, ha tratado a más de 5.000 pacientes con radiocirugía y operado a miles como cirujano. Ahora, por IRCA pasan unos 200 al año a cuya situación se enfrenta, no sin “sufrimiento”, pero desde una certeza innegociable: “No soy Dios, pero mis pacientes pueden tener la seguridad de que vamos a luchar por ellos, y la tranquilidad de que todo lo que hagamos será lo mejor para ellos”.

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