Jeremy Allen White en la la 76ª entrega de los Premios Emmy 2024.

Jeremy Allen White, bailando con la fama

Tras el estreno de la serie The Bear, la carrera de Jeremy Allen White se aceleró a la velocidad de la luz. El actor está aún intentando echar el freno y tomar el control. Profesionalmente, por lo menos, lo ha conseguido.

Jeremy Allen White con un café por la calle, Jeremy Allen White con un ramo de flores, Jeremy Allen White con las bolsas de la compra, de la mano de Rosalía, fumando un cigarro, besando a su compañera en The Bear, Molly Gordon… Los últimos dos años, la prensa rosa de Hollywood ha estado realmente ocupada y preocupada por una de las estrellas más fulgurantes de la industria del entretenimiento. En cuestión de días, Jeremy Allen White (Nueva York, 1991) pasó de ser un actor más o menos conocido con trabajo fijo (sobre todo gracias a la televisión y, en concreto, a la serie Shameless) a convertirse en el último internet boyfriend, en el nombre y rostro que toda película con altas expectativas quería tener.

En la vida de este actor, han sido dos años de reajuste a un éxito que aseguraba no aspiraba a tener. Le ha desconcertado, descolocado, agobiado. De la noche a la mañana, casi literalmente, tuvo que dejar de salir a correr alrededor de su casa en Los Ángeles en la que llevaba siete años viviendo. Los paparazzi le esperan en la puerta, le escoltan en sus carreras. Él, al principio, intentaba razonar: “¿Por qué lo haces?”, les preguntaba. “Solo intento sacar una buena foto”, le contestaban.

White empezó entonces a reducir sus salidas, dejó de ir a los sitios habituales porque le esperaban o fotógrafos o alguien con ganas de presentarle su trabajo, un nuevo guion, otro proyecto… Decidió empezar a vestir con ropa aburrida y uniforme: las gorras roídas de los Mets, pantalones vaqueros gastados, Nike viejas, camisetas muy usadas… Creyó que así la locura por él disminuiría, pero fue algo momentáneo: ese uniforme desinteresado se transformó en tendencia y se multiplicó la atención mediática por él, convertido en icono de estilo sin pretenderlo.

No ha sido una época fácil para él, a pesar del éxito abrumador. O precisamente por eso. “Ha sido una locura. Muchos altos y muchos bajos terriblemente bajos”, admitía a finales de 2023, cuando aún no se había estrenado la tercera temporada de The Bear ni su primera película post-fama, El clan de hierro (Sean Durkin, 2023), pero la campaña para Calvin Klein ya había sido un éxito rotundo y había ganado un Globo de Oro, un Emmy y un Critics Choice Awards entre muchos otros premios, algunos de los cuales volvió a recoger este 2024 gracias a esa interpretación del chef Carmen Carmy Berzatto, un cocinero de Estrella Michelin obligado a volverse a Chicago tras la muerte de su hermano para intentar resucitar el restaurante familiar.

Jeremy Allen White vestido de Calvin Klein.
Sin pretenderlo en absoluto, Jeremy Allen se ha convertido en un auténtico icono de moda. Cortesía: Calvin Klein

Un personaje que atrapa

La serie creada por Christopher Storer es la culpable del éxito desmedido que vive White. Le presenta como un personaje atormentado, triste, ambicioso, inteligente y lleno de heridas, un retrato doloroso de una generación, un espejo en el que se ve mucha gente y ha calado de manera profunda gracias también a todos esos personajes secundarios de los que se rodea permitiendo que su vulnerabilidad se muestre. Es un personaje masculino diferente, complejo, rodeado de mujeres que le marcan e influyen y no solo (para nada) en sentido romántico. Y, además, todo este drama (o comedia, que ahí ha habido lío por ser capítulos cortos) se desarrolla en el tan atractivo mundo de la cocina cool, la que quiere ser haute cuisine sin serlo, tener estrellas, pero no depender de ellas.

Como tantas veces ha pasado, la ficción traspasa la pantalla y esa imagen de hombre atormentado ha calado en el imaginario pop colectivo para adorar a su intérprete. Una retrato idílico que completó con toda su biografía personal (y vídeos con cachorritos). Empezando por una vocación siempre artística que le vino inculcada por sus padres.

White empezó practicando baile y de esos primeros años danzando en la infancia y primera juventud le quedó cierto rigor físico y una disciplina marcada. Sin embargo, tardó muy poco en dar el salto a la interpretación: a los 14 años pasó a uno de los institutos artísticos de Manhattan, donde, por cierto, conoció a la que sería su pareja hasta el año pasado, la actriz Addison Timlin (Californication), con la que comparte dos hijas. Ballet, jazz y claqué eran sus disciplinas favoritas, la última aún le sirve para desestresarse y prepararse. “Mis compañeros de trabajo pueden confirmarlo, bailo claqué casi sin darme cuenta, todo el tiempo, es como un tic nervioso o algo así”, ha reconocido.

Tenía 20 años recién cumplidos cuando logró el papel de Lip Gallagher en Shameless, una serie de culto que se alargó 11 temporadas y cuyo final casi enganchó con de The Bear. White tuvo unos buenos y estables comienzos que ahora está intentando recuperar para que el futuro no conlleve tanto sobresalto. Según él: “Estos últimos meses solo estoy comprando tiempo y haciendo lo que más me gusta hacer. Así es como lo veo”. Es decir, sopesa mucho cada siguiente paso.

Tuvo claro, por ejemplo, que no quería una gran película de superhéroes ahora mismo. Lo respeta, pero no considera que eso sea el clímax de una carrera. Se atrevió no solo a decirle que no a Marvel, si no incluso a contar que lo había hecho. Palabras que luego ha medido mejor. Él se ve más en dramas de presupuesto medio, precisamente los que esos blockbusters se han cargado. Y, por eso, su siguiente gran papel será interpretar a un joven Bruce Springsteen en sus primeros años hasta el lanzamiento del disco Nebraska (1982).

Después, estrenará la cuarta temporada de The Bear –ya rodada–, seguramente volverá a recoger premios y… veremos. Pinta que Jeremy Allen White seguirá apareciendo con cafés, ramos de flores y parejas en las páginas amarillas y los mentideros de internet; que su baile con la fama tiene aún muchos pasos pendientes. Aunque él parece que se sabe cada vez mejor la coreografía. “Tengo una teoría sobre la gente que se convierte en tremendamente famosa, se quedan atrapados en esa edad, en ese momento. Viven ahí durante un tiempo, quizá no para siempre, pero por un periodo de tiempo”. Agradece, por eso, que esta locura le haya pillado como padre de familia, en sus 30.

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