Joseph Gordon-Levitt, otra clase de actor
No le fue difícil coger una guitarra, cantar y bailar en la original (500) Días juntos. Josep Gordon-Levitt (Los Angeles, 1981) lleva haciendo cosas parecidas desde pequeño, en series de televisión, en anuncios… Es de esos hombres tocados por la gracia del arte. En su haber, que ha desarrollado sus habilidades hasta su plenitud mientras […]
No le fue difícil coger una guitarra, cantar y bailar en la original (500) Días juntos. Josep Gordon-Levitt (Los Angeles, 1981) lleva haciendo cosas parecidas desde pequeño, en series de televisión, en anuncios... Es de esos hombres tocados por la gracia del arte. En su haber, que ha desarrollado sus habilidades hasta su plenitud mientras crecía hasta hacerse actor, director –Don Jon (2013)– y productor, entre otras alardes como especialista en literatura y poesía francesas. Su carrera, consolidada pese a la escasez de blockbusters –quizás Origen, en 2010–, exhibe un cierto aire independiente que le llevó recientemente a interpretar al funambulista francés Philippe Petit en The Walk (2015) y ahora, en Snowden, dirigida por Oliver Stone, a Edward Snowden, el ex empleado de la CIA que en 2013 filtró información clasificada y que vive en Rusia refugiado de la Justicia norteamericana. En esta entrevista, que transcurre en el hotel Four Seasons de Beverly Hills, Gordon-Levitt habla, claro está, de la película, pero también de las diversas formas de patriotismo o de sus encuentros –gracias a la mediación de abogados y autoridades rusas– con el Snowden original. A tenor de lo que el actor ha conocido, un hombre interesante.
Impresiona la forma en que lleva la cadencia de la voz. ¿Ha comenzado a construir a este personaje desde la voz?
Gracias. No sé si empecé a partir de ahí, pero estaba centrado en el personaje, sumergido en su vida interna y en todo lo que le estaba pasando, en su historia y en qué clase de persona es y por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo. Ciertamente, cuando estás interpretando a un personaje al que todo el mundo ha visto y oído, siento que casi sería extraño si tu voz no suena al menos algo parecida a la suya.
¿Puede hablarme del tiempo que ha compartido con Edward Snowden?
Pocos meses antes de empezar a rodar me fui a Moscú y me senté con él y con Lindsay Mills, su novia, que tan bien interpreta en la película Shailene Woodley. Hablamos durante unas cuatro horas. Es un tipo divertido, aunque siempre está tratando de desviar la atención de sí mismo y llevarla a los asuntos que trae a colación. Pero soy un actor, así que estaba centrado en su persona para tener una idea de quién es. Es un tipo normal. Pasar ese tiempo con él fue muy valioso. Puedes ver a alguien, mirar la forma en que se sientan, cómo se levantan, cómo se dan la mano, cómo comen su almuerzo. Una de las primeras cosas que noté fue que tiene muy buenos modales. Es una especie de tipo pasado de moda que no esperas que exista en el mundo actual o, al menos, cuando piensas en alguien realmente bueno con los ordenadores. Tampoco es el tipo de persona que va a encantar a toda una fiesta llena de gente. Pensé que esto era notable y quise incorporarlo a mi interpretación.
¿Le dijo algo como “cuando interpretes a mi personaje en la pantalla, así es como quiero que la gente me conozca”?
Oh, no. Él no se preocupa de sí mismo, de verdad. Lo que quiere es que la gente hable de los temas importantes. Eso es lo que quiere.
¿Lo notó resignado por no poder regresar a corto plazo a los EE UU? ¿Cómo lo lleva emocionalmente?
Sé que no quiere vivir en Rusia el resto de su vida, eso seguro. Creo que se siente alentado por los cambios que han ocurrido desde que reveló la información. Ha pasado con la Ley de Libertad de EE UU. Un tribunal federal dictaminó que el programa de vigilancia de masas, su primer cable, que revelaba que cada llamada telefónica en América estaba siendo grabada, que los metadatos estaba siendo grabados por la NSA, fuera declarado inconstitucional y que el programa había terminado. Así que eso es un progreso. Incluso el presidente ha admitido que, en ciertos aspectos, el Gobierno se extralimitó. Realmente ha sido un cambio, y creo que él está animado y siente que el sacrificio que hizo no fue en vano. Creo que es el tipo de persona que se preocupa más por estos asuntos que por su propia vida.
¿Hay algo en el guion que sintiese que era importante en la definición del personaje?
Se trata de un drama, y todos los dramas giran en torno a una persona cambiante. La historia de la vida real de Edward Snowden es un drama increíble y no solo el momento de su denuncia. Esta historia muestra los nueve años anteriores. Por ejemplo, yo no sabía que en 2004 se alistó en el Ejército de EE UU y quería combatir en Irak, dispuesto a arriesgar su vida para luchar por lo que cree. El cambio que ocurre es el que aparece al principio de la película, cuando habla de dos tipos diferentes de patriotismo, y a él lo considero un verdadero patriota. Hay un tipo de patriota que simplemente cree que todo lo que el país hace es correcto, no importa qué, no lo cuestiona. Y hay un tipo diferente de patriota que cree y ama a su país por lo que representa, pero también está dispuesto a pedirle cuentas al Gobierno, y si se desvía de principios fundamentales, él se encarga. Eso es lo que es tan bello de los Estados Unidos de América. No en todos los países del mundo se tiene este privilegio de pedir cuentas al Gobierno. Los fundadores escribieron la Constitución y la Declaración de Derechos para proteger nuestra capacidad de pedir cuentas al Gobierno. En este filme se puede ver la evolución de alguien que va desde la primera lealtad incuestionable, que se podría llamar patriotismo, supongo, a la clase de patriotismo para la que creo que los Estados Unidos de América han sido realmente construidos, que es el tipo de patriotismo que sostiene un Gobierno responsable. Eso es lo que se ve en este drama. Se ve esa evolución increíble.