Mariano Langa, en el taller de su tienda, ubicada en Madrid. Allí se inspira sobre todo en la confección italiana.

Mariano Langa: el camisero de Sean Connery y Cary Grant en pleno corazón de Madrid

Considerado uno de los mejores camiseros del país desde hace más de 60 años, Mariano Langa viste en su taller de Madrid a los círculos más selectos bajo la premisa de que la moda “es simplemente verse bien en el espejo”.

Mariano Langa nunca hizo publicidad de sus camisas. Fueron sus propios clientes, algunos de ellos amigos, los que con el boca a boca pavimentaron su camino al éxito. Hoy es uno de los camiseros a medida más importantes del país, gracias a una constante dedicación desde que comenzó con 14 años como aprendiz en la Camisería Burgos, en Madrid. En la actualidad, con 85, su vocación permanece intacta. “Comencé barriendo la acera y llegué hasta lo más alto del oficio. Siempre tuve claro que quería triunfar y nunca tuve miedo de hacer cosas que no sabía. Me enorgullezco de haber empezado desde cero”.

Tampoco se presentó nunca como el número uno dentro del sector. De hecho, cree que no hacerlo es uno de los secretos para el éxito o, al menos, para que el cliente repita. Los nombres con los que ha trabajado hablan por sí solos: algunos de ellos son leyendas del viejo Hollywood como Sean Connery, Anthony Quinn y Cary Grant, a quien el toledano conoció en 1956 durante el rodaje de la película Orgullo y pasión, junto a Sophia Loren. “Aún lo recuerdo; fue en la habitación 371 del Hotel Palace de Madrid. Allí le tomé las medidas para confeccionarle decenas de camisas que, curiosamente, acabaron en el mar tras chocar el trasatlántico que las transportaba”, comenta entre risas. Otros, sus compradores actuales, son empresarios del IBEX, toreros e importantes personalidades de los negocios y el deporte como Florentino Pérez.

Mariano Langa, en el taller de su tienda, ubicada en Madrid.
Fotografía:Jacobo Medrano
Mariano Langa utiliza únicamente tejidos de excelente calidad.

Hilos de tradición

Su taller es uno de los pocos que sobreviven ante la imparable estandarización de la industria. Desde que con 28 años abrió su propia tienda –la misma en la que está hoy, en pleno corazón de la capital–, perpetúa un oficio donde impera el valor del trabajo lento y, como consecuencia, la mayor durabilidad de las prendas. “La diferencia entre la medida industrial y la artesanal es el tiempo. Por ejemplo, en hacer un ojal a mano se tarda casi una hora. Con una máquina, son dos minutos. Se trata de un trabajo difícil porque lo que le vale a un cliente no le vale a otro”.

Mariano Langa y su equipo se toman su tiempo, sí, pero aquí reside el sentido de todo. Lo esencial de este oficio es que el proceso de elaboración es cien por cien artesanal, y que desde la primera visita el cliente cuenta con un patrón personalizado que le vale para todas sus futuras piezas a medida. “La camisa son cuatro trozos de tela, pero hay que saber colocarlos. Es una prenda que va al cuerpo. Una chaqueta, en cambio, lleva guata, hombreras… tiene más defensa”.

A lo largo del proceso de confección, la camisa pasa por cinco manos: la vistera, responsable de coser cuellos y puños; la preparadora, que pega el cuello y realiza el jaretón; la rematadora, que cierra los costados, hace los ojales y pone las mangas; y la terminan la bordadora y la planchadora. Esta disección del proceso permite ofrecer una extrema atención al detalle, además de un ajuste único y exclusivo.

Mariano Langa, en el taller de su tienda, ubicada en Madrid.
Fotografía:Jacobo Medrano
En Sastrería y Camisería Langa ofrecen un servicio personalizado a cada cliente.

En la variedad está el gusto

En Langa ofrecen tres segmentos diferenciados: la confección a medida, la sastrería y una línea de prêt-à-porter que incluye camisas, pantalones, americanas, corbatas y accesorios de muy diverso tipo. Todos ellos están confeccionados a partir de diseños y tejidos propios, que también venden a otras tiendas. Esta decisión de reunir las tres ramas de servicios se debe a la celeridad de la vida en la ciudad y a la convicción de que el cliente debería encontrar todo en un mismo espacio. “La idea era que las tres categorías se complementaran y estuvieran en coherencia con la calidad y la estética de la firma –explica Langa–. El asesoramiento que ofrecemos para que el cliente se lleve a casa uno o varios trajes ahorra tiempo tanto a la hora de comprarlo o confeccionarlo, porque se hace todo en un sitio, como luego en el día a día, cuando el cliente escoge qué se va a poner. Lo ideal es tener un armario que permita vestir diferente para cada día de la semana y para ello solo hacen falta tres trajes y dos chaquetas de sport”.

En cuanto al futuro de la firma, una de sus certezas es que no tendrá problemas de continuidad, pues sus hijos gestionan gran parte del negocio a partir de sus enseñanzas y metodologías. “Creo que es imprescindible rodearte del mejor equipo. Yo lo tengo y gracias a ellos puedo irme un mes de vacaciones y no se nota mi ausencia”. Y todo ello, adaptando la forma de trabajar a las necesidades actuales. “Las nuevas generaciones han heredado el gusto por la confección de sus padres. Lo que quiero transmitirles es que la medida es un lujo. Cuando te duchas, te afeitas y te pones una buena camisa, ves la vida de otra forma”.

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