
Martín Berasategui, una jornada con el maestro de maestros
Martín Berasategui (San Sebastián, 1960) se mueve como pez en el agua en el trasiego de su inmensa cocina, donde medio centenar de profesionales se aplican en seguir sus indicaciones.
En los fogones de esta amplia casona, siempre en permanente metamorfosis, confluye una tribu variopinta de cocineros llegados de los más diversos rincones del globo. Los hay con basta experiencia –en el círculo de colaboradores más cercanos al chef se atisba el callo del oficio y la destreza técnica– y también novatos que aprovechan la oportunidad de sumarse al equipo para consolidar su formación y afirmar su vocación. Quien quiera saber cuánta gente trabaja aquí, no encontrará una respuesta veraz siquiera en el propio Berasategui. “Somos muchos –se escabulle el chef–, entre empleados y estudiantes en prácticas. Los equipos van sumando colaboradores según las necesidades”. ¿Y cuantos profesionales forman parte de estos equipos, si se contempla también a los que se desempeñan en los restaurantes que dirige este cocinero a distancia, como el M.B de Tenerife o Lasarte, en Barcelona? “El número no importa –insiste el chef–, lo relevante es que todos formamos parte de la misma familia, tanto los que están aquí en Lasarte como en cualquier otro de nuestros restaurantes”.
En esta concepción plural de la marca Martín Berasategui, y en el mérito del esfuerzo colectivo se sustentan, justamente, los principios metodológicos que defiende el cocinero vasco. Unos principios en los que los egos no tienen cabida. “Martín Berasategui no soy yo, somos nosotros –argumenta casi como un mantra–. Yo soy el más veterano y el que pone la firma, pero en los conciertos gastronómicos que desarrollamos participa muchísima gente, y todos son importantes: desde los recolectores de setas, pescadores, ganaderos, cazadores, pastores y agricultores que nos proveen de materia prima hasta los pasteleros, personal de limpieza, sumilleres y cocineros que trabajan en los restaurantes. No puedo entender este trabajo de otra manera. Así lo aprendí desde pequeño junto a mis padres, y es sin duda la esencia de mi cocina”.
[caption id="attachment_7685" align="alignnone" width="683"]
El chef posa en el comedor de su restaurante, en una de las estancias que recientemente ha reformado.[/caption]
Un gesto expresivo de este cocinero reconocido como uno de los grandes formadores de la culinaria española.[/caption]

El rey de las estrellas
Que el profesional más laureado de la actual gastronomía española tenga un concepto tan elevado del trabajo en equipo no es asunto baladí. Porque, más allá de su condición de rey Midas en el universo Michelin –las 12 estrellas que acaparan sus restaurantes en la última edición de la guía del orondo Bibendum hablan por sí solas (tres en el establecimiento que lleva su nombre; tres en Lasarte, Barcelona; dos en el M.B. de Tenerife; una en Oria de Barcelona; una en Eme Be Garrote de San Sebastián; una en Ola de Bilbao y una en Fifty Seconds de Lisboa), Martín Berasategui tiene una trascendencia aún mayor por su papel como formador de grandes profesionales de la cocina. De hecho, no es exagerado afirmar que muchos de los mejores cocineros que ha dado a luz este país en las últimas décadas han pasado por los fogones de este maestro de maestros y reconocen en él la figura de un mentor. Dani García (hoy al frente de su propio y cada vez más pujante grupo), Eneko Atxa (Azurmendi), Rodrigo de la Calle (El Invernadero), Josean Alija (Nerua), el mediático Pepe Rodríguez Rey (El Bohío), Diego Guerrero (DSTAgE)… son apenas algunos de una larga nómina de profesionales ahora de reconocido prestigio que se formaron y recogieron experiencia al amparo de Berasategui. “Uno de los tesoros más valiosos que tenemos en España es la calidad y el conocimiento de nuestros cocineros; el nivel y la capacitación de las últimas generaciones es impresionante”, se entusiasma el chef, que en la cumbre Madrid Fusión de 2012 vivió con evidente orgullo el homenaje público que le dispensaron muchos de sus antiguos discípulos. “Creo que siempre he sido accesible y sincero con todos los cocineros que han pasado por esta casa. Les he ensañado y aconsejado en todo lo que he podido, y he vivido con alegría sus éxitos, cuando ya han sabido desarrollar sus propios proyectos y cumplir sus sueños. Más allá de compartir los conocimientos técnicos, lo más importante para mí ha sido inculcarles valores como la autodisciplina, el afán de superación, la concentración, el derroche de energía… que al fin y al cabo son determinantes para triunfar en esta profesión”. [caption id="attachment_7686" align="alignnone" width="683"]