Nombres del año II – Literatura: David Uclés y la memoria de la guerra
El joven andaluz ha unido como pocas veces a crítica y público en el elogio a La península de las casas vacías, una monumental obra que transita entre el realismo mágico de la creación y el trágico de la Guerra Civil.
2025 ha sido, literariamente hablando, el año de David Uclés (Úbeda, Jaén, 1990). Ningún otro libro ha logrado captar al mismo tiempo la atención de la crítica y del público —por una vez unidos en un entusiasmo compartido— como La península de las casas vacías (editado por Siruela), un verdadero fenómeno editorial con más de 200.000 ejemplares vendidos y todo un hito en un país donde los índices de lectura figuran entre los más bajos de Europa. Cifras que consolidan al autor andaluz como una de las voces más pujantes de la literatura española contemporánea, aunque su carrera comenzó a las antípodas del mundo literario: economista de formación y analista de datos de profesión, Uclés ha sabido traducir su capacidad analítica en un talento narrativo extraordinario, capaz de leer el pulso emocional de nuestro tiempo y de explorar, sin sentimentalismos, la fragilidad de los vínculos humanos, el peso de la memoria y la persistencia del pasado.
Y precisamente ese pasado que acecha constantemente, que interpela al presente es el eje central de La península de las casas vacías. La novela —tiránico resultado de quince años de trabajo meticuloso, según palabras del propio autor— reconstruye la Guerra Civil a través de la historia parabólica de la familia Ardolento y del pueblo ficticio de Jándula, asolado por la descomposición social, moral y física propia de toda guerra. Las casas vacías son, pues, un símbolo de abandono y devastación, pero también de resistencia: reflejan la memoria de un país que, generación tras generación, sigue mirándose, con fascinación casi edípica, en el abismo de su propia historia. El libro se inserta en la mejor tradición del realismo intimista, enriquecida con una sensibilidad contemporánea que permite al lector conectar con las historias mínimas, con la dignidad de las vidas anónimas que bullen en los márgenes sociales y geográficos.
En un panorama editorial dominado por la lectura breve y veloz, sorprende la apuesta a contrapelo de David Uclés: nada más y nada menos que 700 páginas de narrativa, ambiciosa y profundamente humana, que vuelve sobre uno de los temas más recurrentes de la literatura nacional. Difícil decir si esta extensión –elección atrevida que, a la postre, se ha demostrado acertada– ha contribuido al éxito del libro; desde luego, lo han hecho una descomunal habilidad narrativa y el inagotable tema bélico que, una vez más, ha vuelto a conectar con la sensibilidad literaria y social del país.