Una noche de diciembre hace 60 años, en Los Ángeles, en un confuso episodio, el cantante Sam Cooke cayó abatido por los disparos de la dueña de un motel mientras intentaba recuperar dinero que una prostituta le había robado. Al menos esa fue la considerada historia oficial del suceso. Otras versiones introducen elementos en el que participan desde la mafia hasta los enemigos del entonces naciente movimiento por los derechos civiles. El boxeador y activista Muhammad Ali, ya una ascendente figura, dijo: “Si le hubiera pasado a Frank Sinatra, a The Beatles o a Ricky Nelson, el FBI habría investigado y esa mujer (la dueña del motel) habría sido enviada a prisión”.
Pero, a todo esto, ¿quién era Sam Cooke? Cuando murió, a los 33 años, se le consideraba como una de los mejores voces de su generación. Criado entonando gospel en la iglesia de la que su padre era pastor, no solo fue un precursor del soul –estilo que estallaría definitivamente poco después de su fallecimiento–, sino la imagen de un artista comprometido con los cambios sociales de su tiempo. Como registro de esto último vale citar que se negaba a actuar ante públicos segregados por su color de piel, en plena vigencia de la racista Ley Jim Crow.
De su arte dan cuenta las tres decenas de canciones que figuran entre las más escuchadas en apenas siete años, desde 1957 –año en el que causó sensación en el show televisivo de Ed Sullivan– hasta 1964; por ejemplo: You Send Me, (What a) Wonderful World, Twistin’ the Night Away y una mencionada como un himno de las luchas raciales, A Change Is Gonna Come, más tarde elegida por Barack Obama cuando tomó la primera magistratura del país. Debe notarse que además de interpretaciones icónicas, las anteriores, como gran parte de su repertorio, eran de creación propia. De hecho, Cooke fue un precursor, tanto en el aspecto comercial, al crear su propio sello discográfico, como en el estético: lucía su cabello natural, sin peinar, corte hoy conocido como afro, nada común entre la población negra de esa época.
“Sam Cooke es el único hombre que conozco que te mata con una sola canción. Si tuviera la mitad de la voz que tiene Sam, no bailaría”, dijo de él James Brown. Casi nada.