Simone Gibertoni lidera la revolución de la longevidad en Clinique La Prairie
Con el objetivo de vivir más años en plenas condiciones y la premisa de que el estilo de vida es más importante que la genética, este centro suizo lidera los tratamientos de lujo contra el envejecimiento.
El ‘paseo de la fama’ de Clinique La Prairie (Montreux, Suiza) es un pasillo con fotografías de personalidades que han pasado por allí desde su apertura, en 1931: Winston Churchill, Greta Garbo, Romy Schneider, los duques de Windsor o Carla Bruni, entre otros. Durante más de 90 años, Clinique La Prairie ha estado a la vanguardia de la investigación y los tratamientos para el envejecimiento saludable, el rejuvenecimiento, la belleza y la longevidad, palabra de moda en torno a la cual se realizan congresos y conferencias con ponentes de todo el mundo. Uno de estos conferenciantes, Simone Gibertoni, director ejecutivo de Clinique La Prairie, cofundador de Holistic Health by Clinique La Prairie (línea de suplementos) y copresidente de The Longevity Fund by Clinique La Prairie (fondo que impulsa avances científicos en el ámbito de la longevidad), concedió una entrevista a Gentleman en la sede que la clínica suiza tiene en Madrid (uno de los pocos centros urbanos de La Prairie).
Gibertoni es uno de los impulsores de lo que ahora se conoce como la ‘revolución de la longevidad’ (atrás quedó el antiguo anti-aging). “Nuestros pacientes tienen a su disposición un equipo de 50 médicos líderes que garantiza un diagnóstico y seguimiento de precisión en colaboración con expertos holísticos y sofisticadas tecnologías en un entorno de lujo y bienestar”, explica. Y añade, en una clarividente explicación de lo que allí hacen: “El método de longevidad CLP se basa en un enfoque preventivo que combate la inflamación, retrasa el envejecimiento y refuerza el sistema inmunitario mediante una filosofía que abarca la medicina, la nutrición, el bienestar y el movimiento. Nuestro objetivo es rejuvenecer el cuerpo y el cerebro ralentizando la senescencia celular”, es decir, el proceso por el cual una célula envejecida afecta a otras células sanas, lo que acelera el envejecimiento e incluso provoca enfermedades crónicas.
“Hoy sabemos –continúa Gibertoni– que la herencia genética no es tan importante como el estilo de vida y que podemos modificar el entorno celular y el metabolismo favoreciendo la función cerebral y así desarrollar un cuerpo y una mente más fuertes. También abordamos las respuestas inflamatorias relacionadas con la predisposición genética o con hábitos de vida como la nutrición o el estrés, que pueden provocar una amplia gama de enfermedades”.
Vivir más años en plenas condiciones físicas y mentales es el objetivo, pero las trabas que nos encontramos, sobre todo en las grandes ciudades, no ayudan. Gibertoni apunta que, con el covid, asumimos la importancia de la salud y de contar con un fuerte sistema inmunitario (antes ni se hablaba de él). “Hace diez años, la genética podía representar el 80% de nuestra salud; hoy es un 30%, porque el estilo de vida, es decir, la epigenética, se puede modular. Contamos con estudios de longevidad que determinan 300 marcadores para comprender cómo funciona el cuerpo de manera individual. Anticipar las enfermedades es clave y no hay una regla estándar. La ciencia de la longevidad no entiende vivir los últimos diez años con enfermedades. En la próxima década, invertiremos 53 trillones de dólares para curar enfermedades que ahora no tienen curación”.
¿Existe el elixir de la eterna juventud?, preguntamos. “Es una combinación de varios factores; médicos especialistas, nutrición sana, movimiento y wellbeing mental (meditar)”.