Wynton Marsalis, el virtuoso de la trompeta, toca en España el próximo año
Para cuando este artículo se publique, ya estarán agotadas las entradas para ver a Wynton Marsalis con la Orquesta de Jazz del Lincoln Center en los dos únicos conciertos que va a ofrecer en España en invierno de 2020: el 28 de febrero en el Palau de la Música de Barcelona y el 1 de […]
Para cuando este artículo se publique, ya estarán agotadas las entradas para ver a Wynton Marsalis con la Orquesta de Jazz del Lincoln Center en los dos únicos conciertos que va a ofrecer en España en invierno de 2020: el 28 de febrero en el Palau de la Música de Barcelona y el 1 de marzo en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid. Si no fuera así, corran a conseguir sus boletos.
No es que el 'jazzman' de mayor impacto mediático de las últimas décadas se prodigue poco por nuestro país. De hecho, ha sido durante una época un asiduo de los festivales de verano peninsulares: le vimos en Getxo en 2013, en la madrileña Puerta del Ángel en 2011, en el Palau barcelonés en 2009, en Vitoria en 2006… Por cierto, en el Parque de la Florida de la capital alavesa hay una estatua de bronce de 200 kilos que tiene su cara y empuña –como él– una trompeta, siendo el único monumento erigido en nuestro país en honor a un músico de jazz. “Pero no es en mi honor, sino en el de todos los artistas que han pasado por el festival”, se defendió en su día con su habitual discreción.
O sea que Wynton ama España tanto como el público español le ama a él. En realidad, los aficionados al género de la piel de toro aman a toda la familia Marsalis, esa fascinante dinastía musical originaria de Nueva Orleans, con el patriarca Ellis a la cabeza –que todavía sigue tocando el piano y saliendo de gira con 84 años y 15 nietos–, seguido por Wynton y sus hermanos Brandford, Delfeayo y Jason. La crítica jazzística celtíbera, un pelín esnob, siempre ha preferido al primogénito Brandford, con su saxo tenor, más exuberante y abierto a la experimentación o la fusión que el muy académico Wynton. ¡Pero qué necesidad hay de hacer comparaciones! Además, si nos atenemos al currículo, el segundo de los Marsalis lleva las de ganar.
Ganador de un Pulitzer por su oratorio 'Blood on the Fields' (1997) y de nueve Grammy, no sólo en la categoría de jazz sino de música clásica, donde se maneja inmejorablemente con el repertorio de Haydn, Mozart o el barroco. Compositor, instrumentista, educador –atención a sus lecturas en Harvard o la Juillard School– y director desde hace tres décadas de la ejemplar Orquesta de Jazz del Lincoln Center, Wynton es, por encima de todo, un virtuoso de la trompeta y un estudioso del jazz clásico. Así como su afán de pulcritud y su innegable perfeccionismo le valieron desde sus inicios una aureola de salvador del género acaso exagerada, también le supusieron cierto lastre a la hora de hallar su propia libertad expresiva.
Acusado de guardián de la ortodoxia, su devoción por el formato de quinteto acústico en la más pura tradición del periodo 'cool' de Miles Davis le hizo parecer, durante demasiado tiempo, un reaccionario. Y tampoco han contribuido a rebajar dicho sambenito su desinterés por el free-jazz o el jazz-funk y sus comentarios despectivos hacia el hip hop: según él, "una música guiada por las hormonas que provoca un comportamiento destructivo transmite una visión negativa del mundo”.
Pero Wynton es abierto de mente a su manera, empezando por sus visitas a Cuba con la pandilla del Lincoln aprovechando el aperturismo de la era Obama y siguiendo por la nómina de invitados de los más diversos pedigrís (country, blues, soul, pop, salsa, clásica) en grabaciones individuales o con banda: Kathleen Battle, Willie Nelson, Norah Jones, Clapton, Lovett, Kravitz, Dylan, Blades…
Había que verle este verano, durante su tour por Brasil, buscando la compañía escénica de virtuosos locales como Hamilton de Holanda para tocar juntos un tema del legendario Pinxinguinha. Este periplo escénico, que le traerá el año que viene a nuestro país, está diseñado a imagen y semejanza de este confeso 'workaholic', hijo de profesor obsesionado por la transmisión del conocimiento: 20 eventos en 12 días en 8 locales distintos de Sao Paulo, mezclando conciertos y actividades educativas porque, para él, “tocar y enseñar va unido”. ¿Quién puede reprocharle nada?