Anne-Gaëlle Quinet, explorando la parte humana
Los consejos de la familia, en este caso de una madre, fueron determinantes en la decisión de Anne-Gaëlle Quinet –desde el pasado año, en Audemars Piguet como experta en complicaciones– para decantarse profesionalmente por la relojería. “Yo nací en La Chaux-de-Fonds, una ciudad donde se respira relojería. Mi madre, además, siempre me decía que esta […]
Los consejos de la familia, en este caso de una madre, fueron determinantes en la decisión de Anne-Gaëlle Quinet –desde el pasado año, en Audemars Piguet como experta en complicaciones– para decantarse profesionalmente por la relojería. “Yo nací en La Chaux-de-Fonds, una ciudad donde se respira relojería. Mi madre, además, siempre me decía que esta industria me traería una carrera estable y un futuro brillante. Ella lo sabía”. Sin embargo, “yo no estaba convencida; estábamos al final de los 90, una época en la que todavía el mundo de la relojería era masculino. Pero me dije: ‘tengo que escuchar a mi madre’ y seguí su consejo. Cuando empecé a montar el primer movimiento en la escuela de relojería –para ser honesta no sabía ni dónde colocar la lupa–, y vi oscilar el volante, fue el momento preciso en que la relojería se apoderó de mí”.
Decantarse por las complicaciones
Tanto como que orientó su carrera hacia el mundo de las complicaciones, un campo que en ese momento estaba copado por hombres. “Tiene razón, y además por maestros relojeros que sabían exactamente lo que estaban haciendo. A mí me atraían las complicaciones desde el principio, así que les escuchaba con mucha discreción y debo decir que me atendieron muy bien y respondieron a lo que me interesaba. Y me descubrieron un mundo que me atrajo tanto que me especialicé en complicaciones. Cuando hice mi escuela de relojería, buscaban gente que fuera capaz de manejar resortes y, especialmente, para tourbillones. Luego llegaría Breguet, donde además de tourbillones también trabajaban en los movimientos ultrafinos”. La carrera de Anne-Gaëlle Quinet dio un giro cuando llegó a Patek Philippe, “donde pasé más de 20 años y pude evolucionar en diferentes campos. Empecé en el servicio de atención al cliente, donde aprendí qué es lo más importante en la relojería; y no es otra cosa que la parte humana. Es lo que permite conseguir este hermoso producto final y donde la fiabilidad es algo muy importante. Fue una época muy importante para mí y era lógico que, después de Patek Philippe, me uniera a Audemars Piguet, porque este es el espíritu de esta casa”.
Hay otro elemento esencial en el discurso de Quinet, y es “entender en cada momento la demanda del cliente… porque es importante el valor real y la posición de la marca en cuanto a sus clientes, no sólo respecto del mercado. Si no escuchas al cliente, te equivocas; no basta con hacer un buen producto. Hay que escucharles y, además, hacerles sentir que son parte de la marca, de la familia. Y eso es algo que en Audemars Piguet forma parte de su ADN”.
Anne-Gaëlle Quinet llegó a la manufactura de Le Brassus para incorporarse al equipo de Michael Friedman, de quien solo tiene buenas palabras: “Colaborar con él es una oportunidad que recomiendo a todos los entusiastas de los relojes, pero no solo a ellos. Michael es una persona cautivadora, al que le gusta hablar de diferentes temas, culturales, artísticos, de relojería; tiene un enfoque muy contemporáneo y tiene un conocimiento 360º del mercado de los relojes. Una visión total. Así que para mí, Michael es una gran inspiración”. Y aunque es “exigente, es fácil trabajar con él”.
Royal Oak RD#3
Es inevitable hablar de Royal Oak y en concreto del RD#3, que para Anne-Gaëlle Quinet es “el reloj perfecto”. Y esgrime las razones: “Este Royal Oak tourbillon volante ultraplano de cuerda automática es un modelo muy importante para Audemars Piguet, y debo decir que admiro el trabajo que se ha realizado para que fuera en la caja de un Jumbo, en 39 mm y 8 mm de grosor. Se rediseñó por completo el movimiento y fueron aún más lejos al pensar ‘oh, ya que estamos haciendo esto en 39 mm, ¿por qué no hacer una versión pequeña? Para mí, el RD#3 es una obra maestra’”.
Una apreciación que se puede trasladar al Royal Oak en sí. “Para mí expresa dos elementos muy importantes: preservar y respetar el saber hacer y la tradición. Pero también mirar hacia adelante, por ejemplo empleando el acero”. Una prueba de algo que también descubrió al incorporarse a la manufactura: su dinamismo. “Sabía que era una marca dinámica, una marca arriesgada, atrevida, y solo puedo decir que cumplió todas mis expectativas. Pero todavía fueron más allá cuando descubrí la parte humana, que es muy fuerte”.