y varios amigos, preparados para atravesar el desierto de Gobi.

Aventura ‘vintage’ en Mongolia: el desierto de Gobi al volante de un Land Rover de coleccionista

El magnate británico Jim Ratcliffe encabeza una travesía de 3.000 kilómetros a través del desierto de Gobi y hasta Beijing con vehículos legendarios apoyados por poderosos todoterreno.

El primer land rover de producción data de 1948 y es ahora propiedad de Sir Jim Ratcliffe, empresario al frente de la empresa química Ineos, considerado el hombre más rico del Reino Unido y uno de esos millonarios decididos a aprovechar su privilegiada posición para exprimir la vida a base de experiencias y aventuras. Por ejemplo, atravesar el desierto del Gobi en ese legendario vehículo que, aunque cuidadosamente restaurado, cumplió el año pasado su 75 aniversario. “En lugar de almacenarlo en un museo para que acumule polvo, debería hacer aquello para que lo que fue diseñado, que es emprender un viaje épico”, explica Ratcliffe.

Un trayecto de unos 3.000 kilómetros en total, saliendo de Ulaangom, en Mongolia, hacia el suroeste del país, hasta las montañas de Altai, y atravesando el desierto de Gobi para cruzar la frontera con China y llegar a la capital. Un convoy formado por ese primer Land Rover histórico de Rattcliffe; un segundo Land Rover también de la Serie 1 y también de su propiedad; tres Bentley Tourer vintage y un Porsche 911 Safari. Y junto a ellos, como vehículos de apoyo, tres Ineos Grenadier, una creación impulsada por el propio Ratcliffe, bautizada con el nombre de su empresa –tras la creación de la marca Ineos Automotive– y reveladora de su admiración por los Land Rover, pues no es difícil encontrar en este modelo un intento de suceder al Defender tras la decisión de la firma británica de abandonar su producción. Un prototipo de otro vehículo Ineos, la camioneta Quartermaster, completaba la flota de apoyo.

El empresario Jim Ratcliffe, sus hijos George y Samuel y varios amigos, atravesando el desierto de Gobi.
Los vehículos avanzan espaciados para no levantar demasiado polvo.

Figuran en la comitiva, entre otros, además del propio Ratcliffe, sus hijos George y Samuel, y Ben Cussons, presidente del Royal Automobile Club de Londres, conocido piloto de carreras de vehículos históricos que, además, apoyó fervientemente la restauración de ese primer Land Rover. “Me alegró mucho cuando se hizo con él –dice– porque sabía que intentaría la restauración más comprensiva de cualquier vehículo jamás realizada. Sabíamos que queríamos mantener la pátina y la autenticidad, y reutilizar la mayor cantidad posible de piezas”.

El hombre que dirigió el equipo encargado de la restauración es Julian Shoolheifer, conocido en el sector y, especialmente, en el universo Land Rover por su capacidad para poner al día cualquier vehículo respetando el espíritu original.

Mongolia, con una extensión tres veces la de España, entre Rusia y China, es un país grande y enigmático en el que los camellos salvajes descritos por Marco Polo en su libros de viajes aún conviven con los renos, convertidos ahora en animales de apoyo en tareas de labranza, en vastas extensiones con menos de dos habitantes por kilómetro cuadrado, donde los pastores nómadas viven entre la taiga y las dunas a 200 metros de altura respetando tradiciones históricas, como la cetrería y el adiestramiento de águilas. No es extraño que haya atraído a lo largo de su historia expediciones aventureras, también deportes de motor. Si bien una primera travesía Pekín-París en 1907 pasó algo más al norte, hace mucho menos, en 2009, Land Rover sí centró en esta misma zona una etapa del G4 Challenge, casi a modo de inspiración de la travesía vivida ahora por el grupo de Ratcliffe.

El empresario Jim Ratcliffe, sus hijos George y Samuel y varios amigos, atravesando el desierto de Gobi.
La expedición recorrió 3.00 kilómetros desde Ulaangom hasta Beijing, en China.

“Experimentamos temperaturas tan bajas como -8°C en las montañas cubiertas de nieve y tan altas como 45°C en el desierto –cuenta Ben Cussons–. Fue sin duda la conducción más dura que he hecho en mi vida, y cada milla era diferente, desde las ondulaciones de las pistas del desierto, que eran particularmente duras, hasta los momentos Mad Max conduciendo diez en fila a través de estepas suaves y cubiertas de hierba”.

Otro de los participantes, George Ratcliffe, director comercial de Ineos Automotive, confirma: “El paisaje es espectacular y los pueblos nómadas son muy acogedores. La zona es muy conocida por su paleontología: si te puedes imaginar un lugar por el que caminaban los dinosaurios, ese es Gobi, que prácticamente no ha cambiado desde entonces. Nunca he experimentado algo así –añade–; no se pueden hacer muchas comparaciones”.

“Fue fantástico –se congratula George Ratcliffe– poder utilizar estos vehículos en el entorno para que el fueron diseñados y comprobar que no se dejaban intimidar por un terreno tan desafiante, ofreciendo refinamiento, durabilidad y comodidad, además de capacidad para transportar todos los materiales, suministros y repuestos necesarios. Todos completaron el desafío”.

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