Belategui & Regueiro, el taller gallego que revoluciona la moda española
La moda española incorporó este año la artesanía a sus galardones anuales, y el atelier textil gallego Belategui & Regueiro fue el primer premiado. Grandes marcas han puesto sus ojos en lo que hacen.
El proyecto de este atelier artesano Tejiendo moda con alma, arte textil resuelto con mimo, estilo y materiales naturales en un telar manual, estrenaba el pasado julio la nueva categoría Altas artesanías aplicadas a la moda, recién incorporada a la II edición de los Premios Academia de la Moda Española. Un premio más que merecido fraguado en un entorno rural jaspeado de prados de verdes variopintos y frondosos bosques de Cambre (A Coruña), en la sede del atelier Belategui & Regueiro, compendio de los apellidos maternos de sus dos integrantes: Óscar Montero (A Coruña, 1959) y Luisa Estévez (Santander, 1963). “Sendos patronímicos que simbolizan nuestros orígenes, la esencia del taller y que, además, ¡no suenan nada mal como marca! Vivimos, como se decía antaño, en la trastienda…”, aseguran haciendo un chascarrillo. “Lo cierto es que aquí estamos encantados todo el día”.
“Que la Academia de la Moda cree un premio así supone un reconocimiento a la labor oscura de tantos y tantos artesanos que trabajan en ese mundo: textil, sombrereros, botoneros… ¡Chapó, vaya! La concesión fue una sorpresa mayúscula. Las expectativas, fundadas o no, y la realidad van por caminos distintos, así que acudimos porque nos invitaron como nominados. Sin duda, la dinámica del taller se ha acelerado, así es; pero sabremos gestionarlo”, aseveran.

Hace 39 años, Óscar y Luisa ya eran compañeros de viaje vital cuando meditaron profundizar en el mundo de la artesanía. “Podríamos haber hecho otras cosas…”, Óscar es licenciado en INEF y Luisa diplomada en Magisterio y exbibliotecaria. “Pero el textil pesó más… A ambos nos entusiasman los tejidos, así que decidimos aprender a confeccionarlos”. Y principiaron con alto lizo y con tapices de carácter creativo, “con una estética contemporánea. Más tarde, aprendimos a tejer en bajo lizo. Así que pasamos por tres fases: instrucción, rodaje y colaboración con un taller, hasta la apertura del nuestro en 2004”. Una afición, por tanto, que devino profesión y un modo de vida.
Su trayectoria desde entonces ha sido una búsqueda: “Nos gusta innovar, pero sobre todo investigar y experimentar tanto con fibras naturales nobles, –lino, seda o alpaca− en el caso de la artesanía funcional o de uso, como con otros materiales alternativos: yute, cáñamo, caucho de cámaras de bicicleta o neopreno procedente de viejos trajes de buceo, en un plano más creativo. Para que el oficio perdure, hay que infundirle actualidad, que transmita l’air du temps. Y, por supuesto, solo usamos tintes naturales, sobre todo índigo”.

“Empleamos la artesanía como un instrumento o, mejor, como un medio de expresión y diálogo con el mundo del arte, la moda, el interiorismo… Nuestra competencia artesanal nos permite entender mejor qué desean y cómo adaptarnos a sus requerimientos. Incluso proponerles soluciones que mejoren su previsión, cambiando a menudo su propósito si bien enriqueciendo el resultado. Y tanto en lo que atañe a artículos de menaje de hogar −toallas, mantelerías…, o alfombras, cortinas…−, telas para diseño de moda o de interiores en las que suele haber más libertad, sobre todo en esa línea fluctuante que jalona artesanía y arte”.
Cada proyecto es un reto. Sin embargo: “No solo disfrutamos, sino que procuramos que refleje nuestra esencia y el esfuerzo de excelencia del atelier”. De hecho, sus prendas y complementos −ya sean sargas, felpas o tafetanes− “satisfacen sobre todo a quienes buscan expresar sus emociones con su atuendo. El telar del taller con más lizos tiene hasta diez: semejante urdimbre nos permite abordar cualquier complejidad y telas de doble ancho, hasta 2’60 metros”.

Colaboraciones de alta costura
Poseer ambas perspectivas, vertical y horizontal, y tal bagaje les ha deparado “trabajar en alto lizo con proyectos de hasta tres metros de ancho, volúmenes e inclusiones inusitadas como piedra, metal… El bajo lizo permite en cambio tejer telas recias, resistentes y, a la vez, sutiles y delicadas. Manejar los dos métodos abre el espectro de opciones”. Tanto su propio catálogo, siempre cambiante, como las encomiendas de terceros revelan no solo su peculiar marchamo de elegancia, sino también su carácter único y su impecable factura. Un alarde de equilibrio que ‘se toca con los ojos’, que emociona y que, con el tiempo, les ha deparado colaboraciones con marcas de prestigio, diseñadores de moda o de producto, decoradores…
Desde hace más de una década han consolidado vínculos con Loewe o con nuevos valores como Teresa Helbig: “Nos encargan telas que incorporan a sus diseños. Empresas y diseñadores a menudo nos proponen desafíos particularmente enriquecedores. Además, acudimos a salones profesionales, como Maison & Object o Tent London, o a citas de venta directa; y no descuidamos exposiciones, iniciativas de divulgación en centros de enseñanza, escuelas de diseño…”.
La artesanía no es un lujo, es una opción, dicen. “El 69% de nuestros clientes son mujeres de entre 35 y 44 años que o desean diferenciar su atuendo o quieren algo único para una ocasión especial. En general, coinciden al estimar que la artesanía añade valores tangibles e intangibles. Los procesos artesanales son más respetuosos con las materias primas, de suerte que nuestro compromiso con la sostenibilidad comienza ya con los materiales, casi todos de proximidad”, zanjan.