Cinco locales en Madrid donde superar la resaca con unos buenos huevos benedict
Los huevos benedict son un sueño calórico, un plato instagrameable, un hashtag –#foodporn–, pero sobre todo son una receta muy complicada, aunque a simple vista no lo parezca. Los originales consisten en un muffin inglés, huevos escalfados, bacon y salsa holandesa, aunque las variantes sustituyen el muffin por tostadas y el bacon por jamón o […]
Los huevos benedict son un sueño calórico, un plato instagrameable, un hashtag –#foodporn–, pero sobre todo son una receta muy complicada, aunque a simple vista no lo parezca. Los originales consisten en un muffin inglés, huevos escalfados, bacon y salsa holandesa, aunque las variantes sustituyen el muffin por tostadas y el bacon por jamón o salmón, y además algunos le añaden aguacate. Una auténtica tentación cuyo talón de Aquiles es la salsa. Esta puede conseguir que el plato sea digno de veneración o provocar un desastre culinario.
El origen de esta delicia tiene tantas teorías como variantes tiene su preparación. Todo empezó como empiezan tantas otras cosas, en una mañana de resaca. Era 1894 en el Hotel Waldorf y un resacoso Lamuel Benedict, corredor de bolsa de Wall Street, pidió esta receta para aliviar su malestar. El maître del hotel, impresionado, incluyó estos huevos en el menú, y los perfeccionó. Cuando el hotel se trasladó en 1931 a Park Avenue, su ubicación actual, los huevos benedictine ya eran un clásico consagrado.
La otra teoría corresponde a uno de los restaurantes más antiguos de Nueva York, Delmonico’s. Su cocinero creo en 1860 este plato para el señor y la señora LeGrand Benedictine, asiduos al clásico restaurante y aburridos del menú de siempre. Las malas lenguas sugieren que el cocinero del Delmonico’s pudo haber oído hablar del plato del Waldorf. Una gran receta con un interrogante sin resolver: su origen. Lo que sí es seguro es que fue en Nueva York y con un objetivo claro: curar la resaca. Y tan importantes son en Estados Unidos, que hasta cuentan con un día nacional: el 16 de abril.
No sólo en la Gran Manzana se pueden degustar unos buenos huevos benedict, en Madrid también, aunque no es tarea fácil encontrarlos. Brunchs hay muchos, pero huevos benedict dignos de levantarse de la cama un domingo solo unos pocos.
Carmencita Bar (Calle San Vicente Ferrer, 51)
Imprescindible reservar para disfrutar del brunch en este pequeño local, todos los viernes, sábados y domingos de 12h a 16.30h. Sus sabrosos huevos benedictine se sirven con salmón ahumado, aguacate o bacon, acompañados con patatas caseras, hash brown o ensalada. Lo mejor: el precio del brunch completo, 14 euros. Y para los más hambrientos está el plato de Bunny: tres huevos benedict, tres trozos de cielo.
El Ferry (Calle de Sandoval, 12)
Uno de los mejores brunch de Madrid por su calidad y su precio. 16 euros que incluyen un cóctel, bebida caliente –el café está muy bueno–, una cesta de bollería casera –unos croissants y muffins de chocolate que se deshacen en la boca–, un plato salado –hay que pedir los huevos benedict si o si– y un postre –muy recomendable la French Toast–. Los sábados y domingos de 12.30h a 16h y con música jazz en vivo.
Embassy (Paseo de la Castellana, 12)
El histórico establecimiento madrileño sirve uno de los mejores huevos Benedict de la capital. Por sus mesas han pasado, desde 1931, aristócratas, diplomáticos y hasta Leopoldo Calvo-Sotelo, que solía desayunar allí. Lo que no sabemos es si ellos tuvieron la oportunidad de degustar sus benedict.
Con un estilo rústico industrial de aires neoyorquinos, este local ofrece todos los sábados y domingos de 10h a 17h tres modalidades de brunch: clásico por 19 euros, detox por 22 euros y Premium por 25 euros; en todos ellos los huevos benedict son imprescindibles. También se pueden pedir los platos por separado, por si acaso el hambre no aprieta. Lo mejor: los amigos de cuatro patas son bienvenidos, Panela&Co es dog friendly.
Ramses (Plaza de la Independencia, 4)
Curar la resaca frente a la Puerta de Alcalá en un restaurante diseñado por el arquitecto francés Phillippe Starck es posible. Y más teniendo huevos benedict con jamón ibérico, sin olvidar un buffet salado, con surtido de quesos, embutidos, panes y ensaladas, y un buffet dulce con croissants, frutas, muffins, brownies, tarta de queso... 25 euros bien invertidos. Los sábados y domingos a partir de la 13h.