Con altura de miras
Aunque todo emprendedor que se precie busca siempre la originalidad en su propuesta, no siempre se consigue. No es el caso de José María Basconcillos, quien creó a finales de los años 90 un nuevo concepto de bodega basado no solo en la excelencia y la tradición, sino que también miraba ya hacia la viticultura […]
Aunque todo emprendedor que se precie busca siempre la originalidad en su propuesta, no siempre se consigue. No es el caso de José María Basconcillos, quien creó a finales de los años 90 un nuevo concepto de bodega basado no solo en la excelencia y la tradición, sino que también miraba ya hacia la viticultura sostenible. Una bodega, Dominio de Basconcillos, inspirada en los Châteauxes franceses, que apostó por los vinos de altura y cuyo resultado es un vino único con certificado ecológico.
José María Basconcillos tenía una especial conexión con la naturaleza y el campo, y aprovecho su pasado industrial para trasladarlo al vino. Y lo hizo con un proyecto que ha basado su crecimiento y su éxito en la tradición, la honestidad, la autenticidad y el respeto por la naturaleza. Sus dos hijas, Carmen y María José Basconcillos, recogieron el testigo respetando cada uno de esos valores. Los que le llevaron, por ejemplo, a que en 2004 tuviera ya su certificado ecológico. La sostenibilidad como principio, algo que queda patente en detalles como la fabricación de la etiqueta con papel 100% reciclado, o la cápsula, que es de estaño 100% biodegradable.
Todo ello hay que asociarlo al conocido como Paraje del Alto del Cura, en la Ribera del Duero, un lugar donde ya en la Edad Media los monjes Benedictinos plantaron las primeras vides alrededor de su monasterio y del que el fundador de Dominio de Basconcillos quedó prendado. Un paraje en altura, a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar con una orientación sur en la zona noreste de la Ribera del Duero, que presume de unas condiciones excepcionales por la orografía del terreno, la diversidad del suelo y las diferencias térmicas entre el día y la noche.
Si hay que encontrar otro valor diferencial en la bodega, ese no es otro que la artesanía que se aplica al proceso de elaboración. O lo que es lo mismo todas las labores se realizan de forma manual y eliminando cualquier producto de síntesis química, o cualquier tratamiento mecánico que pueda dañar la biodiversidad. En Dominio Basconcillos tienen claro que “sólo respetando los ciclos naturales se consigue lo mejor de ello”.
No hay que llevarse una falsa imagen de la bodega, pues la tecnología también ocupa un lugar destacado en su desarrollo. De hecho, se puede decir que la bodega está a a la vanguardia de las últimas tendencias en innovación e investigación. Dispositivos con inteligencia artificial, sensores de medición, Big Data aplicado a la viticultura, imágenes vía satélite, gestión de los residuos procedentes del viñedo para enriquecer el suelo, o fijación de CO2, son algunos de los avances registrados en los últimos años que han llevado a Dominio de Basconcillos a poder hablar de excelencia.
Dominio de Basconcillos Reserva 2019: La elegancia de la Ribera del Duero
Criado durante 25 meses en barricas de roble francés, luce un color rojo cereza intenso con reflejos granates. Su aroma es envolvente, con notas de frutos negros, monte bajo y minerales que le aportan complejidad y carácter. También se aprecian matices de vainilla, café, torrefactos y chocolate. En boca, se muestra carnoso, estructurado y voluminoso. Con una sensación especiada y agradable, hay un recuerdo a regaliz y moras confitadas. Este Reserva es el acompañante ideal para carnes rojas, así como para guisos de presa ibérica.