El apartamento de Miquel Alzueta y su pasión por el diseño francés de los años 50
Los paseos por París abrieron los ojos de Miquel Alzueta al diseño francés de mediados de siglo. Tanto que no solo ha fundamentado su trayectoria como coleccionista y galerista; también ha inspirado su apartamento de Barcelona. Producción y texto: Marc Heldens.
El apartamento del coleccionista y galerista –también escritor y antiguo editor– Miquel Alzueta (Barcelona, 1956) podría perfectamente estar en París. Fue paseando por sus calles, siendo aún joven, cuando descubrió en sus galerías las creaciones de algunos de los diseñadores franceses de mitad de siglo, mesas, sillas, armarios y estanterías que se convirtieron, como él mismo confiesa, en una pequeña “obsesión” para él, por su “diseño especial, extraordinaria belleza y simple funcionalidad” y que ahora adornan su casa, situada realmente en Barcelona.




Aunque ‘adornan’ no es la palabra correcta. Su usabilidad, la incorporación a la vida cotidiana de ese mobiliario exquisito fue siempre uno de los leitmotiv de sus creadores, como lo es ahora de Alzueta. Así que las mesas de Charlotte Perriand y las sillas de Jean Prouvé pueblan el espacio de trabajo, el comedor o el recibidor de su vivienda. Nunca fueron creaciones nacidas para ser exhibidas inmóviles, y no lo son ahora, en esta vivienda de 200 m², situada en el barrio de Pedralbes, al pie del monte Tibidabo, donde conviven, en una armoniosa unidad, con piezas de arte contemporáneo –muchas de artistas españoles emergentes– que sigue incorporando a su porfolio.



No es presuntuoso afirmar que, aunque los nombres de Perriand y Prouvé, también otros como los de Serge Mouille o Mathieu Matégot, ya eran conocidos cuando Alzueta se interesó por ellos, fue sin duda su labor como coleccionista, comprando y vendiendo sus muebles a clientes españoles y a aficionados al diseño de mitad de siglo, lo que les situó definitivamente en la esfera internacional. “El diseño francés de los años 50 me encontró –recuerda Miquel Alzueta casi a modo de resumen de su trayectoria profesional, que le llevó a crear su propia galería–. Todo empezó con simple curiosidad, y después con mucha lectura y aprendizaje. Al final, se convirtió en una forma de vida para mí, que se transformó en un negocio extraordinario y un trabajo diario. Naturalmente, cada compra y adquisición suponía un duro golpe para mi presupuesto, pero valió la pena. Me encanta rodearme de estas piezas especiales y vivir con ellas”.