El club privado más exclusivo de Alemania

El club privado más exclusivo de Alemania

En la quinta planta del opulento Hotel Adlon de Berlín no hay habitaciones ni suites, sino un exquisito club social del que la mayoría de los berlineses ni siquiera ha oído hablar. Es el China Club, un espacio donde se funden Oriente y Occidente, las reminiscencias del imperio y el comunismo chino con la vanguardia […]

En la quinta planta del opulento Hotel Adlon de Berlín no hay habitaciones ni suites, sino un exquisito club social del que la mayoría de los berlineses ni siquiera ha oído hablar. Es el China Club, un espacio donde se funden Oriente y Occidente, las reminiscencias del imperio y el comunismo chino con la vanguardia de la capital alemana. El resultado es un ambiente íntimo y evocador en el que únicamente tienen derecho a sumergirse el selecto grupo de socios registrados y, si acaso, sus invitados. Un discreto ascensor privado, vigilado permanentemente, conecta la planta baja del hotel con esta burbuja asiática en el corazón de la ciudad que durante tanto tiempo fue puente y frontera entre el Este y el Oeste. Una vez arriba, cuando el personal de la recepción del club ha comprobado la identidad de quien sube, se abre la puerta y todo es distinto a como se habría imaginado. En la entrada, la escalera curva de madera de roble, enmarcada por una barandilla de hierro estilo art déco, casi consigue restarle protagonismo al enorme retrato pop de Mao Tse-Tung pintado por Feng Zheng-jie, a las ventanas traídas de un antiguo palacio de Pekín o a los cuadros de la pared del fondo. De colores vibrantes unos, otros más apagados y por supuesto todos de distintos tamaños y temáticas, resulta sorprendente descubrir cómo encajan tan armoniosamente entre sí. Cayetana Vela Sánchez-Merlo Quizá sea porque todos tienen el denominador común de ser obras de los artistas contemporáneos chinos más valorados internacionalmente. O más bien porque la diseñadora de interiores alemana Anne Marie Jagdfeld, responsable también de la reciente remodelación de todo el Hotel Adlon, ha supervisado uno por uno hasta el más pequeño detalle de la decoración del China Club. En el China Club se funden Oriente y Occidente, las reminiscencias del imperio chino con la vanguardia alemana La artífice del espíritu sublime que llena cada estancia ha dedicado varios años y muchos viajes a buscar incansablemente cada pieza y componer un interesante puzzle que ya es considerado como la colección de arte contemporáneo chino más importante fuera del gigante asiático. Esa misma tarea la ha desempeñado recopilando en paralelo las antigüedades chinas que son el otro pilar decorativo del club. Así, en cada rincón hay una pieza para admirar, ya sea un juego de pequeñas esculturas de aire socialista o un delicado jarrón de la dinastía Ming. Inspiración británica La idea de crear un espacio de encuentro en el que imperase la tranquilidad en el corazón de la Pariser Platz de Berlín también se debe a Jagdfeld, quien se declara enamorada del China Club de Hong Kong, otro club social de estilo inglés encaramado en lo alto de la antigua sede del Banco de China. En la versión berlinesa, inaugurada en abril de 2003, el toque más británico se encuentra en la biblioteca, a la derecha de la entrada, adónde cada mañana acuden algunos socios a tomar un café y leer la prensa internacional antes de dirigirse a sus quehaceres cotidianos.Habitualmente, el Club abre a las nueve y cierra en torno a las once de la noche, aunque en ocasiones especiales los horarios se adaptan a las necesidades de los socios. Entre porcelanas chinas del siglo XIX y más de cien libros de arte, arquitectura, historia, viajes y novelas clásicas que tienen que ver de una manera o de otra con Oriente, otros miembros se acomodan a lo largo del día en los confortables sillones de cuero beige junto a la chimenea, presidida por un óleo de grandes dimensiones de Chiu. La habitación de al lado es la Suite de la Concubina, llamada así por el enorme cuadro de Guo Fang Jiang que cuelga sobre el sofá forrado en seda. Entre piezas de porcelana china del siglo XIX y libros, los socios se acomodan en sillones de cuero En este salón, siempre dispuesto para que los socios se reúnan u organicen cenas o fiestas privadas, el mobiliario ha sido hecho a medida y los pájaros, las camelias y las rosas que decoran el papel de seda que envuelve las paredes han sido pintados a mano en China, tal y como se hacía hace trescientos años. Mario Suárez Otros dos salones más ocupan el espacio restante de la primera planta. Al fondo de un pasillo forrado con madera de roble, el Imperial se compone de dos salas interconectadas y está decorado en amarillo y azul marino, mientras que en el Taipan, divisible a su vez gracias a paneles movibles en tres salas más pequeñas, predomina el verde manzana. En la planta superior, doce paneles de madera con relieves en oro y plata traídos de una antigua casa de té china preceden al restaurante, que es un estallido de color en el que continúa la exposición de pintura contemporánea. Todas las sillas de madera son antiguas, diferentes entre sí y alternan el fucsia, el añil, el amarillo y el verde de los cojines de seda, de acuerdo con las ancestrales tradiciones de la nobleza china. Una nota más en la sinfonía de este "imperialismo chino" para el siglo XXI. Desde el restaurante del club se accede a una de las terrazas más deliciosas de Berlín, que da a la cúpula de la Academie der Künste (Academia de las Artes), una de las más relevantes reconstrucciones del Nuevo Berlín, diseñada por el arquitecto alemán Gunther Behnisch. Junto a ésta, desde el pasado mes de mayo se obtiene una vista privilegiada de los 2.711 bloques de hormigón que forman el polémico “Monumento a los judíos asesinados en Europa”, obra del arquitecto estadounidense Meter Eisenman. Por último, el bar, también en la planta superior, junto con el restaurante, es el otro espacio en el que los ventanales cobran mayor importancia y el sitio preferido por los socios para tomar disfrutar de una copa y una buena compañía.
ETIQUETAS:
  • Lifestyle