Vinos de Finca La Emperatriz.

Finca La Emperatriz presenta una selección de sus vinos más icónicos

Conocida actualmente por ser una de las bodegas más populares entre los amantes del vino, Finca La Emperatriz es un auténtico referente dentro de la D.O Ca Rioja. Su cuidado proceso de elaboración, con ingredientes de máxima calidad, es su secreto.

En 1996 los hermanos Eduardo y Víctor Hernáiz emprendieron este proyecto sin imaginar, probablemente, el éxito que les esperaba. Su propósito era elaborar vinos de alta calidad, una meta que, casi 30 años después, han superado con creces. Hoy en día los vinos de Finca La Emperatriz cuentan con un importante reconocimiento a nivel mundial.

Añada tras añada, la empresa ha obtenido algunos de los que son considerados los mejores vinos de la historia del país. Todos elaborados en una amplia finca en La Rioja, con una vida que se remonta al siglo XIX. En sus viñedos comienza la magia, dando lugar a vinos de un sabor exquisito.

Finca La Emperatriz Tinto 201
El vino tinto Finca La Emperatriz 2018 nación de un año especialmente húmedo.

Finca La Emperatriz Tinto 2018

El año fue muy inestable, frío y húmedo. El granizo caído a principio de julio afectó a algunas parcelas levemente, que, junto con el granizo caído en el mes de septiembre, atacó a las bayas más sensibles. Esto, unido a un exceso de humedad, hizo necesario un mayor control sanitario en manejo de vegetación y tratamientos. La maduración fue más lenta de lo habitual, aunque las lluvias respetaron una vendimia larga y con suaves temperaturas. Fue necesaria una selección exhaustiva de racimos, primero en campo y luego en mesa en bodega, para eliminar las partes afectadas. Y es que en este vino solo se usa viñedo viejo.

Para su elaboración se vendimian a la vez el Tempranillo, la Garnacha y la Viur, a y se encuban en el mismo depósito de hormigón para la fermentación y maceración en frío durante 4 o 5 días. La fermentación se realiza con levaduras indígenas y se hacen ligeros remontados una vez al día. Tras 15 o 20 días de maceración, se descuba directamente a barrica para hacer la fermentación maloláctica (FML). Su crianza es de 18 meses en barriles de 60% roble francés nuevo y 40% roble americano de segundo uso.

Finca La Emperatriz Blanco 2018
Para elaborar el Finca La Emperatriz 2018 se necesitó una selección muy exhaustiva de racimos.

Finca La Emperatriz Blanco 2018

Como en el caso anterior, la inestabilidad de este año dificultó todo el proceso, siendo necesario un mayor control sanitario, con una maduración más larga de lo habitual como consecuencia. En esta ocasión también fue necesaria una selección exhaustiva de racimos, primero en campo y luego en mesa en bodega.

El vino fue macerado durante seis horas con hollejos, y la mitad del vino fermentó en depósito de hormigón, mientras que la otra mitad en barrica de 225 litros. El proceso continuó con cuatro meses de crianza en lías con battonage muy espaciados, 9 meses en barrica y 8 meses en depósito de hormigón.

El Jardin de La Emperatriz Tinto 2020
El 2020 dio lugar a vinos potentes, pero con gran finura.

El Jardín de La Emperatriz Tinto 2020

El del 2020 fue un año muy complicado para todos, por razones obvias. En el caso concreto de los viñedos de Finca La Emperatriz, el invierno suave propició una brotación temprana, 10 días antes de lo habitual. Las precipitaciones, además, muy abundantes, una tendencia que continuó en la primavera. Esto complicó mucho las cosas.

Pero la grandeza del campo está en que muchas de las situaciones que son catastróficas para la cantidad, se convierten en mágicas para hacer grandes vinos. Todo esto, sumado a un verano seco y caluroso, permitió conseguir una maduración increíble, que dio lugar a vinos que se muestras potentes, pero con gran finura. Para su elaboración se emplearon levaduras indígenas en la mitad de los depósitos. Su crianza fue de 15 meses en barricas de roble americano 70% y francés 30%.

El Jardín de la Emperatriz Blanco 2023
En 2023 se alcanzó un estado óptimo de maduración.

El Jardín de la Emperatriz Blanco 2023

Aquella añada fue cálida. Abril comenzó con temperaturas frías que fueron aumentando a mitad de mes, lo que provocó una brotación más temprana de lo habitual. La tendencia de temperaturas medias continuó a lo largo de mayo y junio, que terminaron siendo ya elevadas. En definitiva, una primavera con temperaturas oscilantes y bastante seca hasta junio, cuando hubo varios días de lluvia que dieron a las plantas una reserva hídrica para el verano.

El mes de julio trajo noches más frescas que permitieron la maduración paulatina, una tendencia que cambió en agosto, muy cálido especialmente su segunda quincena, algo que la planta pudo sobrellevar mejor al no tener tanto estrés hídrico acumulado. Por suerte, septiembre arrancó lluvioso y con temperaturas templadas, retrasándose el inicio de vendimia. Esto, unido a las bajas temperaturas de mediados de mes, ralentizó la maduración para llegar a un momento óptimo. Algo especialmente positivo para lograr uvas frescas y aromáticas.

En cuanto a su elaboración, después de un suave prensado en atmósfera inerte, el mosto se mantiene con su pulpa en suspensión a baja temperatura durante dos días, para una mayor extracción aromática. Posteriormente, se desfanga por gravedad y el mosto limpio fermenta a temperatura controlada entre 15 ºC y 16ºC. Acabada la fermentación alcohólica, el vino permanece con sus finas lías en depósitos de cemento durante dos meses, con battonage semanal.

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