Los jardines de Christian Dior que inspiraron su moda y perfumes
Una visita a Les Rhumbs, la casa familiar de Christian Dior en Granville, y a la exposición que recuerda su pasión casi innata por las flores y la creativa influencia que ejerció en sus diseños.
“Después de la mujer, las flores son lo más hermoso que Dios ha dado al mundo”, escribió en cierta ocasión Christian Dior (1905-1957). Él supo sublimarlas, en el caso de las damas, con lo más hermoso, envolviéndolas en creaciones de costura. Cuando este 2025 se cumplen 120 del nacimiento del modisto del New Look, ponemos rumbo a Granville, la localidad normanda en la que, además de su casa familiar, y museo desde hace alrededor de tres décadas, se hallan unos jardines únicos, donde su paisajismo se eleva al grado de arte, con una flora que aporta belleza y fragancias al entorno.

Un amor de lo más apasionado el del joven Christian por lo floral, que heredó de su madre, Madeleine. Hasta este punto: “Mi mayor deleite era aprenderme de memoria los nombres y descripciones de las flores en los catálogos de semillas de colores de (la empresa de plantas) Vilmorin y Andrieux”. Tampoco faltan las referencias a estas y a jardines en sus Memorias, donde relata, entre otros detalles, la creación del jardín de invierno, en la casa familiar, consagrado a las plantas verdes.
Allí, además de las diferentes fragancias que emanan flores y plantas y la brisa marina, se respira paz. En primavera, el rosal creado por Madeleine Dior florece y su delicado olor lo inunda todo. Es la rosa Jardín de Granville, propia del lugar, que convive con el rosal Art Déco. Este se revela como una ventana al Atlántico, fiel reflejo de los años 20, y en el que destaca la pérgola y un espejo de agua que el propio Christian Dior creara de joven. Un jardín denominado ‘de artista’, el de la morada, de una hectárea, y en el que el paisajista Guillaume Pellerin haría cuidadas modificaciones, manteniendo su espíritu.

La rosa juega el papel central. Su color se aprecia hasta en la fachada de la residencia de su infancia, Les Rhumbs. De estilo anglo-normando y modelo burgués, el gris estará igualmente presente en ella y, como los rosas, en las propuestas de costura del maestro de la aguja. “Cada nueva colección es como una nueva primavera, y cada tela, un brote nuevo”, señalaría años después, ya instalado en París, pero sin olvidar nunca su origen y la desconexión que le proporcionaba el escaparse siempre que le era posible al campo, a sus casas de Milly-la-Forêt, a poco más de medio centenar de kilómetros de la capital gala, y a La Colle Noire, en el sur de Francia.

Propiedad de la localidad de Granville desde finales de la década de los 30 del pasado siglo, los jardines de la mansión son públicos. Además, cada año en Le Rhumbs se organizan exposiciones temáticas en relación con el diseñador, su legado y la firma que fundara. Hacía más de dos décadas que no se dedicaba en este lugar una muestra al tema de los jardines, desde Dior côté jardins, en 2001. La exposición desplegada en la actualidad lleva el título de Dior. Les jardins enchanteurs (Los jardines encantadores) y reúne un buen número de propuestas de moda, complementos y fragancias que dejan patente la influencia de estos en su trabajo de costurero, como a la hora de crear perfumes.

De hecho, en la composición de su primera creación olfativa, Miss Dior (1947), inspirada en su hermana Catherine, no faltaban las rosas, a las que acompañan las notas verdes de jazmín. En su segunda, Diorissimo (1956), sobresaldrá la flor de muguet. Además, en las colecciones de sus sucesores al frente de la maison, el universo de los jardines seguirá estando muy presente, tanto en moda como en accesorios, fragancias y hasta en lo relativo al arte de la mesa. Aparte de la casa Dior, las propuestas, que se exhiben hasta el 2 de noviembre, han llegado de colecciones públicas y privadas.