Los tesoros de Omega: 125 años de innovación en alta relojería

Los tesoros de Omega: 125 años de innovación en alta relojería

Hay marcas en las que la historia es tan prolífera que los acontecimientos se agolpan; y los aniversarios se suceden en un mismo espacio temporal. Omega es un excelente ejemplo de esta realidad y este 2019 se convierte en la mejor carta de presentación de una compañía que aunque se remonta en su fundación a […]

Hay marcas en las que la historia es tan prolífera que los acontecimientos se agolpan; y los aniversarios se suceden en un mismo espacio temporal. Omega es un excelente ejemplo de esta realidad y este 2019 se convierte en la mejor carta de presentación de una compañía que aunque se remonta en su fundación a 1848, cuando era tan solo un pequeño taller abierto por el joven relojero Louis Brandt en La Chaux-de-Fonds, adquiriría su verdadera dimensión unos años después con el advenimiento del nombre actual y la presentación en sociedad de un calibre que sería producido en serie. Eso fue hace 125 años y marcó el porvenir de una compañía que siempre será reconocida por sus hazañas y capacidad para ofrecer la máxima precisión en las condiciones más extremas y profesionales (no hay que olvidar que también nos encontramos ante otro aniversario de altura, el que representan los 50 años del reloj de la Luna, el Speedmaster). Para entender esa realidad hay que volver a Louis Brandt, el relojero apasionado por la precisión y que dedicó su vida y sabiduría a desarrollar unos relojes de la máxima exactitud posible. En apenas unos años, su reputación como creador de relojes de alta calidad daba el primer impulso a la compañía. Tras la muerte de Louis Brandt en 1879, sus dos hijos, Louis-Paul y César, se hicieron cargo de la empresa y también de los planteamientos fundacionales establecidos por su padre. Esa perfección y búsqueda de la precisión, casi obsesiva, seguirán siendo el mantra del trabajo de los dos hermanos. Seguramente nunca fueron conscientes del nivel al que llegaría el trabajo desarrollado, pero sí tenían claro que la empresa que estaban desarrollando, y que había traspasado las fronteras suizas, debía recibir un nombre que definiera su carácter. LA LLEGADA DE UN SÍMBOLO El gran momento se produce en 1894, cuando los hermanos Brandt lanzaron un nuevo movimiento conocido como el calibre 19 líneas. Entre sus virtudes, la producción en serie y la aplicación de métodos nuevos y revolucionarios. Habían alcanzado su primer gran hito no solo como marca, sino también por extensión dentro de la relojería. No solo era extremadamente preciso, sino que cada componente podía ser reemplazado sin necesitar alterar el producto por cualquier relojero del mundo. La combinación de carga manual y puesta en hora mediante la tija de remontuar y la corona también fue innovadora, tanto como para que todavía hoy siga utilizándose el mismo tipo de mecanismo. Los hermanos definieron todos aquellos avances con una sola palabra, ‘Omega’, y el símbolo en griego de la última palabra de su alfabeto. 125 años después, Omega quiere celebrar aquel momento con el lanzamiento de un nuevo reloj De Ville que incluye algunos toques únicos y un movimiento en correspondencia a tal efeméride que muestra una mecánica a la altura requerida. A primera vista, además de un diseño perfectamente encuadrado en el estilo inconfundible de la colección Omega De Ville Trésor destinada al hombre, lo que más llama la atención es que, por primera vez, la compañía de Biel ha creado un reloj de pulsera con una esfera esmaltada en rojo. Este diseño se basa en el emblemático color del logotipo de la compañía y combina además de forma espectacular con una pulsera de piel en color burdeos y pespuntes de la misma gama tonal. En lo que respecta a dimensiones, estamos ante una caja de 40 mm de diámetro, con los índices abovedados y unas estilizadas y elegantes agujas para las que se ha utilizado oro amarillo de 18 quilates. La belleza del frontal se traslada al fondo de la caja, donde queda remarcado el 125 aniversario de su nombre con un medallón especial realizado también en oro amarillo y que se rellena de esmalte rojo. Además, está rodeado por un sugerente grabado damasquinado. Este mismo motivo geométrico compuesto por elipses apuntadas fue el que se utilizó originalmente para adornar algunos de los exclusivos movimientos Omega 19 líneas, un calibre que se hizo muy popular entres los compradores norteamericanos. En el apartado mecánico se halla otro de los elementos diferenciales de esta creación, pues se ha realizado un nuevo calibre, el Master Chronometer 8929, que no solo es un homenaje al famoso calibre de 19 líneas, sino que además es el primer movimiento Master Chronometer de carga manual creado por la firma. Una vez más la innovación como argumento para una historia repleta de momentos y elementos que analizar.

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