Mujeres siglo XXI, la libertad y la culpa

Mujeres siglo XXI, la libertad y la culpa

Si la escritora Virginia Woolf fue incapaz de resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer en su obra Una habitación propia, dudo que una servidora de pluma insignificante sea capaz de descifrar el futuro. El tema de la mujer en el siglo XXI, presenta un “grave inconveniente”: no se puede llegar […]

Si la escritora Virginia Woolf fue incapaz de resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer en su obra Una habitación propia, dudo que una servidora de pluma insignificante sea capaz de descifrar el futuro. El tema de la mujer en el siglo XXI, presenta un “grave inconveniente”: no se puede llegar a una conclusión digna. La conciliación, que es lo que nos ocupa. Por mucho que la avenencia entre la vida familiar y laboral se instale idealmente en los programas electorales de partidos políticos, mesas de debate, libros y estudios de investigación, la mujer sigue nadando entre dos mares. - ¿Qué prefiere usted, una vida familiar plena, o una vida laboral exitosa? - En realidad, no quiero elegir. A partir de la Primera Guerra Mundial, se crean nuevos papeles sociales y responsabilidades para las mujeres. Según el historiador Gerhard Hirschfeld, de la Universidad de Stuttgart (Alemania), aquella fue el inicio del gran cambio. El envío de millones de hombres al campo de batalla obligó a la mujer a ocupar los puestos de trabajo que habían tenido que abandonar los varones en las fábricas o los bancos. Millón y medio de mujeres comenzaron a trabajar. Nada volvió a ser igual. En la historia destaca una segunda herencia que influye decisivamente en los papeles tradicionales de hombres y mujeres: la píldora anticonceptiva. “Creo que nadie pensó que sería tan revolucionaria como lo ha sido. Fue lo más importante que ocurrió en la segunda mitad del siglo”, afirma Valerie Beral, profesora de epidemiología de la Universidad de Oxford. El controvertido invento de Carl Djerassi recibió duras críticas no solo desde la Iglesia Católica, sino desde el propio estamento médico, que planteó los posibles efectos adversos del fármaco. Ya sea a partir de pequeños o grandes hitos, la mujer de hoy es gracias a otras valientes pioneras que se adelantaron a su época y vencieron todo tipo de obstáculos. Desde la primera mujer que pilotó un avión a través del Océano Atlántico, Amelia Earhart, a la fotógrafa Margaret Bourke-White, primera corresponsal de guerra a la que se permitió trabajar en zonas de combate durante la Segunda Guerra Mundial, o Kathrine Switzer, la primera participante en la maratón de Boston, a la que los organizadores pretendieron detener con malas artes. En el buen arte, Frida Kahlo se convirtió en un icono en el mundo de la pintura. Supo romper moldes representándose a si misma lejos de la visión femenina que tenían los pintores hasta ese momento. Todas ellas, y otras tantas, son mujeres que inspiraron a todo su género por su condición de pioneras y por haber superado con estoicismo condiciones que hoy seríamos incapaces de asumir. En la actualidad, más del 60 por ciento de los licenciados y graduados son mujeres. El 45 por ciento del mercado laboral español es femenino, y en un porcentaje similar el denominado de alta cualificación, pero cuando avanzamos en la carrera hacia la alta dirección, los porcentajes bajan estrepitosamente. Según un estudio de la firma Price Waterhouse Coopers, a medida que aumenta la categoría profesional, disminuye la presencia femenina –hasta un 10 por ciento–. La Real Academia Española acoge en su Junta de Gobierno –el máximo órgano rector– a nueve personas. En la actualidad, seis son hombres –incluyendo el presidente– y tres son mujeres. En la Universidad española, ellas suponen un 54,3 por ciento del alumnado, y un 57,6 por ciento de los titulados.

La respuesta a semejantes cifras la tiene la dificultad que tienen las mujeres para conciliar la vida personal con la profesional. La conciliación ha planteado mesas de debate en las que centenares de expertos buscan soluciones. Las mujeres, además de trabajar fuera de casa, siguen siendo vistas –por los demás y por ellas mismas– como las principales responsables del cuidado de familiares y del hogar. Y la maternidad coincide en muchos casos con el momento de desarrollo de la vida profesional. Es el gran reto del siglo XXI: la conciliación, que se ha convertido en un mito y en un debate abierto a la espera de una nueva Curie o de una Chanel que dé un paso al frente y cambie el sistema. Tal vez fuera Virginia Woolf quien enunció la solución a todo esto: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”. Es decir, lo que toda mujer pretende conseguir: tener libertad y algunos momentos de paz.
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