Sant Martí Vell, la inspiración de Elsa Peretti para crear las joyas más bellas del mundo
Capaz de transformar en joya una insignificante piedra o el esqueleto de una serpiente. Repasamos la trayectoria de Elsa Peretti, diseñadora inolvidable de Tiffay & Co., y su estrecha vinculación con España.
Impetuosa, revolucionaria y, sobre todo, libre. En un pasaje del volumen Estilo Tiffany. 170 años de diseño –publicado en 2008 y escrito por John Loring, director de diseño emérito de Tiffany & Co–, Elsa Peretti es recordada como la creadora con mayor impacto en el diseño de joyas del siglo XX hasta incluso protagonizar un cambio trascendental en la historia del sector.
No es exagerado. La ‘gira’ mundial de Elsa Peretti (1940-2021) parte de Florencia, donde nació; pasa por Suiza, donde estudió; y tras una parada, que resultaría decisiva, en España, continúa en Nueva York, adonde llegó a finales de la década de los 60 para ser modelo. Allí se convirtió en la musa del estilista Halston, amigo del fotógrafo Hiro y, en septiembre de 1974, entró como diseñadora en la casa estadounidense de joyería fundada por Charles Lewis Tiffany, actualmente en la órbita del grupo de lujo LVMH. Han pasado 50 años y, para celebrarlo, la maison vuelve a presentar para este año y principios de 2025 algunos modelos icónicos diseñados por Peretti, elaborados con gemas excepcionales y de grandes dimensiones: los anillos Bone y Split, inspirados en una icónica pulsera de la diseñadora, pero también versiones de esa pulsera con engaste manual de pavé de diamantes, rubíes y piedras cabujón. Una colección que también incluye modelos Mesh con tanzanitas, rubelitas, esmeraldas y diamantes; las joyas Scorpion y Amapola, con pedrería, y los pendientes Snake y High Tide, de longitudes sensacionales.
Un “genio estético”, como la definió William Chaney, presidente del consejo de administración de Tiffany de 1984 a 2003, capaz de observar los más mínimos detalles de la naturaleza y transformarlos en obras maestras: desde una piedra lisa hasta el diminuto esqueleto de una serpiente o un ramo de flores en manos de una mujer de Portofino. “Elsa Peretti fue capaz de crear un universo extraordinario de joyas revolucionarias, que cambiaron el curso de la historia de Tiffany y que siguen teniendo éxito hoy”, comenta Anthony Ledru, presidente y director ejecutivo de la casa de joyería. De hecho, los diseños Peretti representan el 10% de las ventas de Tiffany & Co. y forman parte de las colecciones permanentes de los museos Británico de Londres, de Bellas Artes de Boston y el MET de Nueva York.
Desde la Gran Manzana, la historia de Peretti, ya admirable hasta ese momento, se convirtió en un cuento de hadas contemporáneo, también con un lugar mágico en el centro. Gracias a su amiga de toda la vida y fotógrafa catalana Colita, visitó el pueblo de Sant Martí Vell, cerca de Barcelona, y se enamoró de él. Amor a primera vista que transformó un pueblo remoto en un lugar de residencia poblado de amigos, recuerdos, arte, animales y, sobre todo, vestigios de un pasado antiguo.
La primera casa comprada por Elsa Peretti en 1972, en el centro del pueblo, se llama Pequeña y es hoy un precioso testimonio de su espíritu inconformista, así como de su amor por la naturaleza y su apuesta, después de tanto glamur, por una vida sencilla, alimentada por una inspiración profunda y constante. En las cinco casas que compró y restauró a lo largo de los años en este pueblo, hay objetos agrícolas, amuletos, recuerdos de su colaboración humana y creativa con Salvador Dalí y el grupo de artistas e intelectuales de la época, obras de artistas catalanes como Robert Llimós, de quien posee la mayor colección privada, o de nombres como Marcel Duchamp, Henri Matisse, Andy Warhol y Pablo Picasso. Una “casa en expansión”, como la llamó ella, que ha mantenido su carácter privado, pero que GENTLEMAN ha podido visitar.
“Sant Martí Vell fue su casa, el lugar elegido, donde leía, escuchaba música, coleccionaba libros. Un entorno que la reflejaba y a cuyo renacimiento, hasta convertirlo en lo que es hoy, contribuyó junto a artistas, artesanos y amigos”, afirma Stefano Palumbo, miembro del consejo de administración de la Fundación Nando y Elsa Peretti, constituida en 2000 en memoria de su padre, y que ha financiado proyectos benéficos por valor de más de 75 millones de euros en 83 países.