Netflix, Spotify y otras recetas audiovisuales para quedarse en casa

Netflix, Spotify y otras recetas audiovisuales para quedarse en casa

Relájese. Desabróchese el botón de esa camisa mental que le hace estar todavía tenso. Alégrese. Por lo pronto, ahora mismo no debería estar trabajando, ni actuando en aras de la sacrosanta producción. Reencuéntrese con su ocio. Reencuéntrese con su espacio de ocio. Por qué no, pruebe también a aburrirse. Decía Walter Benjamin que el aburrimiento […]

Relájese. Desabróchese el botón de esa camisa mental que le hace estar todavía tenso. Alégrese. Por lo pronto, ahora mismo no debería estar trabajando, ni actuando en aras de la sacrosanta producción. Reencuéntrese con su ocio. Reencuéntrese con su espacio de ocio. Por qué no, pruebe también a aburrirse. Decía Walter Benjamin que el aburrimiento es el punto álgido de la relajación espiritual. Responda, ¿qué hace cuando no trabaja? ¿Dónde se imagina? ¿En el salón de su casa? Tal vez sea este uno de los espacios íntimos por excelencia donde entregarse al relajo cotidiano. Allí se nos permite regresar a lo mejor de nosotros mismos. Allí, música y películas masajean el alma hasta un nuevo round con las obligaciones. Diseñemos aquí un salón para el espectáculo del ocio.

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1. Privilegio sibarita. La alta definición del sonido portátil se resume en los auriculares de gama superior Ultrasone Edition 10, rematados en madera de zebrano y almohadillas ergonómicas de piel de oveja.
2. Sacrosanta reflexión. La compañía danesa propone sus altavoces BeoLab 90. Un altavoz superlativo compuesto por 18 altavoces que logran un sonido 360º.
3. Carácter vintage. Pocos giradiscos contemporáneos son tan fiables como el Sleipner de Bergmann Audio. De diseño espartano, destaca su construcción robusta y su absoluto silencio.
4. Cultura gaseosa. A través de servidores digitales en HD, como el Olive, servicios de música en streaming se conectan armónicamente a los equipos de audio, a la vez que gestionan extensas bibliotecas almacenadas en discos locales.

Cuando configuramos un equipo de sonido, la máxima es constante y única: fidelidad. Se necesita una reproducción sin intervenir. Perseguimos la neutralidad absoluta para permitir que la voz de esa soprano inunde el espacio en toda su coloratura o que el aire vibre como vibra la madera del contrabajo que abre su standard favorito. En la industria del high-end, los sistemas a válvulas siguen siendo la solución clásica para reproducir la música con fidelidad y calor analógico en sus distintas fuentes sonoras.

La revolución digital ha brindado al melómano los servidores multimedia; ahora es el tiempo de la música en ‘streaming’ y nuevos sistemas acústicos

El primer paso es dotar al sistema de una etapa de potencia que amplifique el nivel de la señal acústica, incrementando su amplitud y procurando la mayor transparencia en la amplificación y reproducción de las frecuencias sonoras. En la evolución tecnológica, los amplificadores y etapas comenzaron construyéndose con válvulas y circuitería analógica, después reemplazada por transistores y, recientemente, por amplificadores digitales. Para los oídos expertos, es casi unánime que la mayor fidelidad reside en las válvulas de una etapa de potencia sumada a un preamplificador o un amplificador integrado.

1. Nubes y ficciones. El todopoderoso servicio de contenidos audiovisuales Netflix ya es un hecho en España. Un referente para la televisión a la carta que agrupa en su catálogo series en exclusiva.
2. Mediacenter gaseoso. El Apple TV, la concepción de los contenidos multimedia del gigante californiano, ha ido evolucionando hasta convertirse en una ventana necesaria que amplifica el lado online del usuario en su salón.
3. Un proyector invisible. Todavía un producto exclusivo, el proyector de tiro corto de Sony Ultra Short Throw Projector consigue calidad 4K y un tamaño de hasta 147 pulgadas a escasos centímetros de la pared.
4. Orgánica fidelidad. Con su diseño vanguardista de estructura interna helicoide, las cajas acústicas B&W Nautilus permiten una reflexión del sonido rica en matices y con gran presión sonora.
5. El dios omnipresente. Un PC, una tableta o un smartphone, cualquier dispositivo es capaz de inyectar un flujo de contenido multimedia al resto de electrodomésticos del salón.
6. Cultura de pantallas. En un salón digital, el wifi termina por convertirse en el caudal de contenidos multimedia que rebotan de pantalla a pantalla y de dispositivo a dispositivo para su disfrute inmediato y ampliado.

Regresemos a la mejor de las butacas. Regresemos al silencio. Que el pensamiento se esparza a través de una película, o de alguna de las series de ficción televisiva que –dicen– se han vuelto imprescindibles. Desde el smartphone, o el PC, escogeremos el título indicado, que llegará en streaming hasta nosotros a través de dispositivos de acceso digital como el Apple TV, que combina su propia tienda multimedia con la biblioteca del usuario.

Entre los servicios masivos, al igual que Spotify para la música, Netflix se reafirma como la plataforma audiovisual por excelencia, con un catálogo expansivo de películas y series. También podemos tener los contenidos almacenados en discos de Blue Ray, a pesar de que se abren paso los discos duros multimedia avanzados, como el Samsung HomeSync, basado en el sistema Android, con el que los coreanos pretenden reinventar la experiencia audiovisual doméstica, accediendo a su propio catálogo de películas y música.

Por último, la pantalla parece reencontrarse con el proyector original del cine a través de soluciones tecnológicas como el Sony 4K Ultra Short Throw Projector, un proyector de alta resolución de tiro corto capaz de generar una imagen de hasta 147 pulgadas a una distancia mínima de la pared. Para entonces, su salón ya habrá recuperado su función primigenia de refugio espiritual y podrá tener bien presente como dedica sus horas de ocio multimedia. Porque la vida es sencillamente eso.

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