Recorriendo Logroño de tapa en tapa
Para empezar el día con fuerzas hace falta un buen desayuno a base de café, zumo y tostadas XL como las que sirven en el Café La Tertulia (Plaza Alferez Provisional, 1), un local elegante y con una decoración cargada de espejos y detalles que consiguen crear un ambiente acogedor perfecto para leer la prensa mientras nos espabilamos. Las canas se merecen un […]
Para empezar el día con fuerzas hace falta un buen desayuno a base de café, zumo y tostadas XL como las que sirven en el Café La Tertulia (Plaza Alferez Provisional, 1), un local elegante y con una decoración cargada de espejos y detalles que consiguen crear un ambiente acogedor perfecto para leer la prensa mientras nos espabilamos.
Las canas se merecen un respeto por lo que la ruta de tapeo comienza visitando las barras de dos locales centenarios. El Gurugú (C/Los Yerros esquina con Avda. de Navarra) hace tiempo que sopló cien velas sin perder un ápice de solera y es conocido por su exquisita tapa de oreja. Una vez abierto el apetito es el momento de disfrutar de un trío de bocatines que se comen casi sin pensar.
En El Soldado de Tudelilla (C/San Agustín, 33) tiene toque picantón y se elabora con sardina y guindilla; en La Gota de Vino (C/San Agustín, 14) el bocatín se llama Zorropito y se sirve calentito, relleno de bacon, lomo y alioli. Y en el Bar Blanco y Negro (Travesía de Laurel, 1) el rey es el “matrimonio”, un bocatín de anchoa y boquerón con pimiento verde. Tres ejemplos de auténtico placer en miniatura.
Pero para matrimonio perfecto el que forman las tapas estrella de la ciudad: la tortilla de patata y los champiñones. La tortilla se prepara de mil maneras y a cual mejor, por lo que recomendar una sola resulta imposible. Frente a la catedral podemos probar un buen ejemplo en La Travesía (C/San Juan, 10), jugosa y en su punto o la de Porto Vecchio (C/ Ciriaco Garrido,4) fuera del área de tapeo pero en plena zona de compras para reponernos de los disgustos dados a la tarjeta.
En La Tortilla del Albergue (C/Portales, 33) deja de ser una opción más de la carta para hacerse con el protagonismo absoluto en sus múltiples variedades, lo mismo que en La Tortilla de Mere (C/ San Juan, 2) donde se puede elegir entre tomarla al modo tradicional o animada con un toque de picante.
Imprescindibles resultan los champiñones de El Soriano (Travesía del Laurel, 2), cocinados al momento a la plancha y servidos en un pincho junto a una gamba y un trozo de pan al que van a parar los jugos de ambos para chuparse los dedos, literalmente. En el Bar Ángel (Travesía del Laurel, 12) son la única tapa de la carta, pero se cocina a la vista de todos y sin cesar para que siempre los tomemos calentitos y recién hechos.
Si buscamos tranquilidad y buena comida fuera de la zona tradicional de tapeo una buena opción es el gastrobar Tondeluna (Muro de la Mata, 9) que apuesta por una cocina contemporánea, moderna y que rompe moldes con su cocina abierta y sus mesas corridas. Excelente su ceviche de salmón. Y el local UMM (C/Cameros, 11) con una gran mesa central al estilo de mesa corrida donde picar entre pinchos y tapas de una forma diferente.
En el casco antiguo podemos darnos un homenaje a lo grande en el restaurante Taberna Herrerías (C/Herrerías, 24) a base de alcachofas, chuletón y torrijas o concentrado en un original pincho como sólo saben hacer en De perdidos al ríos (C/San Agustín, 3), compuesto por milhojas de foie, manzana y queso y acompañado por el mejor vino de la zona.
La última copa se toma vistas a la Catedral, las que ofrece la terraza de El Beso (Plaza del Mercado,6). Qué mejor panorámica que la del casco antiguo para despedir el estupendo día vivido de bar en bar o saludar al que empieza y entrar en bucle. El repicar de las campanas anuncia la inminente salida del sol al que recibiremos con capuccinos, infusiones con soja o leche de avena y pecaminosas tartas de zanahoria, manzana o chocolate. La cama puede esperar.