Tudor: un bronce de oro
Desde que Tudor lanzó su primer Heritage en 2010, un cronógrafo, la línea que explora la historia y el sentir relojero de la firma se ha convertido en el referente creativo y también en el nuevo atractivo de una oferta que, en cada ejercicio, deja excelentes ejemplos de sus capacidades. Entre todas ellas, y antes […]
Desde que Tudor lanzó su primer Heritage en 2010, un cronógrafo, la línea que explora la historia y el sentir relojero de la firma se ha convertido en el referente creativo y también en el nuevo atractivo de una oferta que, en cada ejercicio, deja excelentes ejemplos de sus capacidades. Entre todas ellas, y antes de que llegue el momento de volver a sorprender durante la próxima edición de Baselworld, sin lugar a dudas, la pieza que ha resultado más llamativa y más alabada ha sido el Black Bay Bronze.
Una imponente creación de 43 mm de diámetro que ha cautivado a un público heterogéneo y que al mismo tiempo le ha dado una nueva dimensión a Tudor. Convertida rápidamente en pieza de culto, en ansiada posesión con lista de espera, es todo un ejercicio de diseño y de perfección. Es la que aporta la combinación de bisel y esfera en color marrón chocolate –la primera vez que se hacía en un reloj Tudor–.