Escultura 'Spiegel', Jaume Plensa, 2010.

Nombres del año VIII – Arte: Jaume Plensa, el escultor que ha construido un lenguaje universal

La búsqueda de la belleza inspira la obra del escultor catalán que, en paralelo a su creciente reconocimiento en España, ha desplegado una inusitada y excelsa proyección internacional.

Si la impronta surreal o la condición colosal de la prolífica obra de Jaume Plensa (Barcelona, 1955) podrían despertar la tentación de adscribirlo, el propio artista zanja el asunto: “No me supedito a ismo alguno”. Así quedó de manifiesto una vez más en su reciente exposición Secret Garden en Residenzplatz, en el cogollo de Salzburgo (Austria), o en su serie A lo largo del día, en Bodegas CVNE (Haro, La Rioja), en cartel hasta el 20 de enero.

Lo cierto que hoy es uno de los escultores más reputados a nivel global. ¿La clave? “Ser poderoso como artista y humilde como hombre”, afirma. Desde su prístino expresionismo antropomorfo de ecos totémicos en hierro, Plensa ha depurado sus figuras de ambos sexos vaciándolas de materia e insuflándoles dimensión literaria hasta evocar la soledad del ser. Al desmaterializarlas, hierro, bronce o alabastro han dado paso a la luz, al sonido y a entramados de letras que dejan entrever su vacío interior, desvelando la vulnerabilidad del ser humano. “En la vida, y aunque parezca un contrasentido, lo importante es invisible. El arte es un problema de ideas, no técnico o tecnológico; sin embargo, me he nutrido con lo que me brinda esta época para ahondar en las grandes preguntas”.

Crown Fontaine (2004), instalación ubicada en Chicago, “para la que filmé mil rostros de diferentes orígenes y culturas presentes en la ciudad”, es un sumatorio de alfabetos: “Una suerte de familia desconocida, pero que comparte memoria”. Además de un recopilatorio de sensaciones, Crown Fontaine es ya un icono interactivo y “una reflexión sobre el uso del espacio público −al margen de galerías y museos− y cómo se articula”. En cualquier caso, “el arte embellece el entorno”. Erigida en la madrileña plaza de Colón, “Julia (2018) introduce el concepto de ternura y, aunque parezca absurdo, la obra ha transformado el espacio”. De hecho, Madrid renueva anualmente su cesión.

Además de sujeto de su obra, “me obsesionan aspectos del ser humano como las ideas, el pensamiento o el silencio. Si bien las ideas precisan expresiones diferentes, el soporte no las puede condicionar. La escultura es como un campo que hay que arar, sembrar, cultivar… Soy impaciente –explica el escultor–, pero me he adaptado con el tiempo”.

Aunque el destino del grueso de sus proyectos son sites urbanos específicos y museos, sus intervenciones en entornos naturales, como en Tjörn (Suecia), son proverbiales. “Aunque no floto ni sé nadar, el agua, otra de mis obsesiones, es el gran espacio público y lo más afín al ser humano, más de un 70% acuoso”. Y obras como Ogijima’s Soul (Takamatsu, Japón) lo acreditan.

Hasta el próximo 15 de marzo, el Frederik Meijer Gardens & Sculpture Park (Grand Rapids, EE. UU.) presenta A New Humanism; hasta el 6 de junio, Plensa ha desplegado Laguna en la Piazza veneciana de San Marco; y, hasta el 13 también de junio, Sombras y poemas, en la sede tinerfeña de la Fundación Cajacanarias. Si desde su primera muestra en 1980 sus obras ‘viajan’ por todo el mundo, Plensa también ha pergeñado escenografías de teatro u ópera. “Me apasiona el bel canto… Dejé de lado esta faceta dos décadas hasta que el Liceo barcelonés me ‘regaló’ en 2023 el placer de diseñar Macbeth, de Verdi, en su 175 aniversario”.

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