Carl Hansen & Søn cumple un siglo de muebles que trascienden el tiempo
La firma de muebles Carl Hansen & Søn exporta al mundo la esencia del diseño danés. La vivienda de su CEO, Knud Erik Hansen, combina las creaciones clásicas con su afán coleccionista sin fronteras.
Hay un momento, frente a un mueble bien hecho, en el que el tiempo pierde importancia. Es cuando la mano que lo creó aún parece vibrar en la superficie, con su deliberada imperfección, su cuidado perseverante. Carl Hansen & Søn lleva más de un siglo creando ese momento. Objetos diseñados para vivir más allá de la moda, para ser transmitidos de generación en generación, reparados y amados durante mucho tiempo. El centro de producción de la empresa se encuentra en Gelsted, Dinamarca: una fábrica donde más de 500 artesanos trabajan junto a máquinas para ejecutar, aún a mano, esos gestos que marcan la diferencia. Al frente de la empresa hoy se encuentra Knud Erik Hansen, CEO y tercera generación de una familia que ha hecho de la artesanía un valor absoluto. En su residencia, Hellerup Manor, una mansión del siglo XVII en la isla de Fionia, rodeada de agua, el diseño dialoga con la historia y los clásicos de la firma conviven con objetos rescatados en viajes, prototipos y recuerdos.

En un mundo dominado por la automatización, ¿qué queda del alma del artesano?
Permanece y será cada vez más visible. Solo la mano humana puede infundir alma en un objeto, una silla, una pieza de cerámica, un accesorio de cuero, ese ‘algo extra’ que ninguna máquina podrá replicar. Es esta perfecta imperfección la que hace que nuestras piezas sean reconocibles a lo largo del tiempo.
¿Cómo se mantiene fiel a la tradición sin ser fanático?
Es el desafío diario. Si un cliente no puede distinguir si una pieza es nueva o de archivo, entonces hemos ganado.

¿Ha pensado alguna vez en cambiarlo todo?
Nunca. Pero debemos evolucionar para seguir siendo relevantes.
¿Qué significa la sostenibilidad para usted?
Desde 1908, hemos creado productos duraderos, minimizando los residuos. Hoy prácticamente no generamos residuos: cada pieza de madera, cuero y tela se reutiliza. Los restos más pequeños se convierten en tablas de cortar, platos y adornos de temporada. El resto se destina a una guardería local o alimenta la central térmica del pueblo. En 2024, nuestros residuos cubrieron el 34% de la energía térmica producida por nuestra fábrica y por 400 hogares de la comunidad.

¿Cómo imagina el diseño danés dentro de 50 años?
Siempre fiel a Klint [Kaare Klint, 1888-1954, considerado el padre del diseño danés]: líneas limpias, funcionalidad y madera. Ninguna revolución a la vista.
¿Qué objeto, aparte de los Carl Hansen, le gusta más?
Mi esposa y yo tenemos muchos. Somos coleccionistas compulsivos: una bendición y una maldición.

¿Qué ha aprendido de sus artesanos?
A no apresurarse. A veces, trabajar despacio es la manera más efectiva. Una lección que también se aplica a la vida.
¿Cómo se percibe el diseño danés en el mundo?
En Dinamarca, forma parte de la vida cotidiana. En el extranjero, es sinónimo de lujo y refinamiento.

¿El mercado más sorprendente?
Es imposible predecir dónde un diseño tendrá un verdadero impacto. En Corea están locos por la silla CH88.