Rocambolesc regresa a La Roca Village con su pop-up navideña
El universo creativo y dulce de Jordi Roca se instala esta Navidad como un recorrido sensorial.
Los aromas suelen ser evocadores de recuerdos. Baudelaire basó su poesía en el perfume, convencido de que el mundo se explica a través de correspondencias invisibles entre los sentidos. Olores y sabores, al final, siempre van unidos a la historia. En la de Jordi Roca, esa memoria sensorial empieza muy pronto, cuando el paladar aún no distingue técnicas ni discursos, pero sí reconoce el placer.
De niño le fascinaban los helados — el Frigopié, el Calipo — y las chucherías, sabores primarios que se quedan grabados para siempre. Porque el paladar, como el olfato, tiene memoria y no olvida aquello que lo hizo feliz por primera vez. Recuperar la infancia, conectar con ella, volver a esos recuerdos dulces y directos es, todavía hoy, uno de los motores de su creatividad.
No es casual que la obra de Jordi Roca gire en torno a la emoción. Sus creaciones no buscan solo gustar, sino activar recuerdos, provocar sonrisas y despertar algo íntimo y casi olvidado. Este universo, construido a partir del recuerdo, la imaginación y la fantasía, toma forma esta Navidad en La Roca Village a través de un espacio concebido casi como un parque sensorial.

Por segundo año consecutivo, Rocambolesc regresa al Village con una boutique pop-up que celebra la temporada más evocadora del año desde la creatividad y el juego. Permanecerá abierta hasta febrero de 2026 y se presenta como un pequeño refugio dulce donde conviven los productos más emblemáticos de la casa con ediciones pensadas especialmente para estas fiestas.
La propuesta combina clásicos como polos y tabletas de chocolate con creaciones navideñas, entre ellas turrones, panettones y figuras de chocolate. Se suman además dos espacios que amplían la experiencia: la Heladería Rocambolesc y la Bikinería, el concepto gastronómico nacido en Girona que aquí se integra como parte del recorrido. Algunas piezas, como las rocas de chocolate diseñadas para la temporada, solo se encuentran en este espacio. Juegan con texturas y combinaciones inesperadas y rinden homenaje al apellido de la familia y al enclave que las acoge.
El recorrido se amplía con tres perfumes inspirados en ingredientes de su cocina y en aromas que evocan recuerdos: vainilla, chocolate y tierra mojada del bosque. Estas fragancias están formuladas por Jordi Roca a partir del mismo gesto creativo que inspira sus postres.

La experiencia navideña incluye además un calendario de adviento concebido como un pequeño escenario giratorio. No es solo una cuenta atrás, sino que esconde chocolates, bombones, gominolas, caramelos y galletas, invitando cada día a abrir un recuerdo distinto. La dulzura se transforma así en espera, sorpresa y relato.
Desde La Roca Village celebran esta alianza como una apuesta por la creatividad y el talento local. “Volver a contar con Rocambolesc esta Navidad es un verdadero placer; su universo de imaginación y dulzura conecta con el espíritu mágico que queremos ofrecer a nuestros visitantes”, señala Cristina Viollaz, Business Director de La Roca Village.
Para Jordi Roca, el regreso tiene un sentido claro: “Nos hace mucha ilusión volver a llenar La Roca Village de magia y dulzura. La Navidad es el momento perfecto para compartir lo que más nos gusta: jugar con la creatividad, sorprender y compartir. Rocambolesc nació para eso, para traer un poco de fantasía al día a día, tanto de los más pequeños como de los mayores.

En conjunto, el espacio resume la manera en que Jordi Roca entiende la creatividad: acercar la alta cocina a todos los públicos sin despojarla de complejidad, traduciéndola en juego, ironía y emoción. Mirar la vida desde su lado más divertido no solo la hace más amable, también la vuelve más memorable.