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Jil Sander fusiona la botánica con la tecnología en su primera colección de fragancias
La firma acaba de presentar su debut en el mundo de la perfumería premium con seis fórmulas minimalistas y unisex.
Con seis fórmulas minimalistas y unisex en las que las notas olfativas de los aldehídos se entrecruzan con ingredientes naturales se presenta al mundo la primera colección de fragancias de Jil Sander. Bajo la dirección de Lucie y Luke Meier, contando con cinco expertos tanto emergentes como consagrados y de la mano de Coty, este debut en el mundo de la perfumería supone la fusión de la botánica y tecnología en una serie de aromas en las que las notas olfativas de los aldehídos se entrecruzan con ingredientes naturales clave, dando a cada aroma formas y volúmenes únicos.
Con Olfactory Series 1, la idea era cambiar la perspectiva y recalibrar las proporciones tradicionales, creando composiciones radicales que utilizan sólo lo esencial: la fragancia, infundida con 3 ingredientes naturales clave, las moléculas sintéticas de aldehídos, alcohol procedente de emisiones de carbono recicladas, y agua.
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El punto de partida era elevar lo cotidiano a experiencias estéticas, alcanzando las más altas cualidades expresivas a través de la fascinación de los recuerdos personales, epifanías de la vida en la naturaleza o en entornos, lugares y objetos familiares, otorgando total libertad creativa y con la idea de ofrecer a los clientes experiencias sorprendentes y significativas.
Para ello se ideó una botella que es fruto dela colaboración entre Lucie y Luke Meier con el estudio de diseño Formafantasm y que traslada el enfoque artesanal de la firma a un proceso de producción industrial. Lo que han logrado con ello es romper con los códigos establecidos de la cristalería tradicional porque si observan de cerca, las pequeñas imperfecciones aleatorias de cada botella las convierten en piezas únicas.
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La primera de las fragancias es Jil Sander Leaf, la cual es fresca, inesperada, electrizante. Creada con Julie Massé, representa una nube de verdor, el recuerdo de un tomate Krim negro recién cogido, fruto y hojas, en un jardín mediterráneo.
Gracias a los aldehídos, la combinación de Lima reciclada, Cardamomo extraído con CO2 y Menta India aporta una chispa cítrica y mandarina logra una composición suave y aterciopelada que es nítida y suave a partes iguales.
Otro de los perfumes es Jil Sander Miel, creado con Mathilde Bijaoui. En este caso es amaderado, sabroso, magnético y tiene la esencia de Madera de Cedro reciclada, Vetiver de Madagascar y Jazmín Grandiflorum extraído con CO2. En este caso lo que se ha tratado de evocar es el olor del hogar cuando todo está en calma y en orden, cuando sentimos la certeza de estar seguros y fuertes, y podemos usar nuestra libertad para transformar nuestro entorno.
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En Jil Sander Black Tea se despliega una tonalidad ahumada y de cuero negro. Es una fragancia ambarina y especiada, creada a partir de asociaciones inesperadas, los aldehídos intensifican la calidez del Osmanthus de China, la Canela reciclada de Sri Lanka y el Té Negro, extraído con CO2 para capturar un tono lo más fiel posible a su aroma natural.
La idea detrás de esta fragancia es jugar con una materia prima profunda e intensa, explorando la capacidad de nuestros sentidos para trascender lo ordinario y transportarnos a otros lugares, sin necesidad de movernos.
Jil Sander Earth, por su parte, recrea el olor después de la lluvia, los pequeños charcos de agua, el primer recuerdo de una seta Matsutake, la generosidad de la Tierra. Para ello elabora una sorprendente fórmula que fusiona los delicados rasgos de las dos rosas, las densas facetas del hongo y las notas húmedas y terrosas de las hojas de Pachulí, y terrosas de las hojas de pachulí, Jil Sander Earth ofrece una interpretación contemporánea de la icónica estructura Chypre Rose.
Si nos fijamos en Jil Sander Coffea, formulada por Paul Guerlain, veremos una fragancia floral ambarina, con las facetas vibrantes y deslumbrantes que aportan los aldehídos de los granos de café extraídos con CO2, el lirio reciclado y el Bálsamo del Perú procedente de El Salvador, creando un choque, y al mismo tiempo, una síntesis de dos mundos; mientras que Jil Sander Smoke, de Berenice Watteau, pone el foco en el olor de la ropa secándose cerca de una chimenea y para ello se fija en la profundidad de las notas amaderadas, decididamente ahumadas y especiadas provenientes de la madera de cedro reciclada, el Cade de España y el Elemi extraído con CO2, se corta con los trazos limpios y verticales de los aldehídos.
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Todas las fórmulas resultantes se caracterizan por la firma olfativa radical de los aldehídos - destellos de luz que parpadean a través de las fragancias, amplificando las notas clave y los armónicos de los ingredientes principales y dan a cada material natural la exposición adecuada y nuevas formas de expresión.