Inaz Fernández, propietario de El Puertito.

Un lujo al alcance: ostras exquisitas con el sello de El Puertito

Inaz Fernández revoluciona la forma de comer ostras en España con El Puertito: ofreciendo múltiples variedades de gran calidad, a precios asequibles y por unidades.

“Quiero que todo el mundo se pueda permitir comer ostras”. La promesa pertenece al bilbaíno Inaz Fernández y, paradójicamente, la crisis económica de 2008 le dio la oportunidad de cumplirla. Hasta entonces, su carrera transitaba por el mundo audiovisual, en proyectos de cine, tele o publicidad; cuando los ingresos disminuyeron, creyó llegado el momento de emprender un proyecto que le rondaba la cabeza desde hace años: abrir el primer Oyster Bar de España. Lo hizo en 2013, en Bilbao, y le llamó El Puertito. Con dos novedades principales frente a otros restaurantes o marisquerías que servían ostras: la cantidad de variedades ofertada y la posibilidad de consumirlas por unidades. El éxito lo convirtió, dice Fernández, en el establecimiento “donde más ostras por metro cuadrado se venden del mundo”. Ayudan, por supuesto, los precios, especialmente bajos con respecto a la competencia gracias al trato directo con los distribuidores, la ausencia por tanto de intermediarios, y a ese elevado volumen de ventas.

Ostras de El Puertito de Madrid.
El Puertito ofrece más de una veintena de variedades de ostras procedentes de cinco países europeos.

En 2023, Inaz Fernández decidió replicar El Puertito en Madrid, en el distrito de Chamberí. Con la misma fórmula; ostras y bebida (vinos y empumosos sobre todo, pero también, por supuesto, cerveza o refrescos si el comensal así lo quiere); si acaso, algún mínimo cambio en busca de más atención en mesa y carta disponible, no tan necesarias en el norte, donde el poteo de barra en barra es más común. Cuando Gentleman visita esta sucursal madrileña, El Puertito ofrece casi el récord de variedades de ostras en un solo día, 27 en total, procedentes de cinco países europeos: España, Francia, Holanda, Portugal e Irlanda; y para consumir al natural, la mayoría de ellas, o preparadas con alguna salsa o condimento. Una pizarra en la puerta muestra algunos de los precios, que comienzan en poco más de tres euros, para vencer las precauciones de quienes crean estar ante un producto prohibitivo. “Al fin y al cabo, la hostelería va de agradar a la gente”, resume Fernández.

Es difícil encontrarlas más frescas. Las gallegas, por ejemplo, se envían por mensajería todos los días; y las de Francia o Irlanda se traen una o dos veces por semana, todas las semanas, desde un punto de recogida en el país vecino. Hablando de transportes: El Puerto también ofrece la posibilidad de llevarlas a domicilio, perfectamente presentadas, con hielo y con motoristas propios para garantizar la rapidez y cuidado de la entrega. Sin duda, como reza su web, “una revolución de la forma de comer ostras en España”.

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