Holger Hamps posa para Gentleman en las oficinas del Grupo BMW en Madrid.

Holger Hampf, el músico del diseño que lidera la nueva era de Mini

En un mundo de diseñadores estrella, el alemán es rara avis: su idea de la labor que desarrolla es la del trabajo en equipo. Y tiene ante sí un reto mayúsculo: rediseñar la próxima generación del Mini.

El alemán Holger Hampf fue nombrado el pasado octubre responsable de diseño de Mini, después de toda una vida –18 años, nada menos– en Designworks, la división de diseño creativo para todo el Grupo BMW, de la que ha sido presidente desde octubre de 2017. De un trabajo más holístico y filosófico, que englobaba el pensamiento de todas las marcas del grupo –desde Motorrad (la división de motocicletas) a Rolls-Royce– ha pasado a dirigir algo mucho más concreto. “En Designworks, que cuenta con estudios en Shanghái, Los Ángeles y Múnich, tenía libertad para no pensar en coches todo el día, sino en el mundo exterior, observándolo constantemente para tratar de entender cómo la gente se desplaza y utiliza nuestra oferta de movilidad. Ahora, el trabajo en Mini se centra en el producto, en los detalles. Ahora hablamos, por ejemplo, de los faros, de cómo se fabrican y cómo afectan a la imagen de un Mini para conseguir un alto nivel de reconocimiento y que resulte atractivo en medio del tráfico”.

El reto, del que no se verán sus frutos hasta 2030 y que él no califica como “difícil”, sino como “interesante”, pasa por rediseñar uno de los coches más icónicos de la historia del automóvil, siempre reconocible y característico, aunque en sus 65 años de vida haya dejado de ser ‘mini’ en tamaño. “La realidad es esa –explica Hampf–: Mini ha crecido a lo largo de las generaciones, pero también lo ha hecho el mundo que nos rodea. Y en el tráfico actual, las últimas generaciones de Mini encajan perfectamente en el contexto en el que viven y en el estilo de vida que llevamos hoy en día. El coche no solo ha crecido en tamaño porque transportamos más cosas, sino porque precisa mucho más equipamiento, como airbags y elementos de seguridad para peatones y demás. Pero un Mini sigue siendo un Mini”.

Hampf es un diseñador industrial atípico: hablando de coches le saltan automáticamente comparaciones musicales. “Hacerse diseñador de coches es parecido a hacerse músico”, dice. Hay una explicación: cuando le preguntamos por sus hobbies, cuenta que toca la batería en un grupo de jazz. “He tocado en muchos grupos, pero creo que en algún momento de tu vida eliges una carrera y te toca convertirte en diseñador de coches o en músico, porque no puedes hacer las dos cosas…”. Pero antes que la música, su hobby número uno es “el diseño de coches”, aunque, como si hubiera dicho algo inconveniente, se apresura a añadir que “Mini no es un hobby, sino mi trabajo; pero es que mi trabajo también es mi hobby”.

En un sector que ha dado nombres míticos de diseñadores como Pininfarina, Giugiaro o Bertone, Hampf opta por la modestia de considerarse simplemente parte de un equipo. “Mi trabajo como jefe de diseño de Mini no precisa que yo sea capaz de diseñar coches por mí mismo, sino que sepa dirigir un equipo y marcar el camino. Muchos dicen que el coche es el objeto más complejo que se puede diseñar y, desde luego, es complicado, por el número de piezas que lo componen. La gente compra un vehículo porque les gusta el exterior, pero nosotros tenemos que tomar en consideración todas esas otras partes que hay que unir de la manera correcta. Es como una orquesta, si un músico toca una nota equivocada, todo el conjunto falla. El diseño exige un alto nivel de expresión artística y, al mismo tiempo, un alto nivel de conocimiento sobre cómo se ensamblan las piezas”.

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