James Dyson, la aspiración de un sueño

James Dyson, la aspiración de un sueño

La frustración es el motor más potente para favorecer el ingenio, incidir en la superación y fomentar la invención. Así lo entiende, al menos, Sir James Dyson, uno de los grandes inventores de nuestro tiempo. Pionero, innovador, visionario… Muchos son los calificativos que han descrito los últimos cuarenta años de este genio cuyo apellido forma […]

La frustración es el motor más potente para favorecer el ingenio, incidir en la superación y fomentar la invención. Así lo entiende, al menos, Sir James Dyson, uno de los grandes inventores de nuestro tiempo. Pionero, innovador, visionario... Muchos son los calificativos que han descrito los últimos cuarenta años de este genio cuyo apellido forma ya parte del imaginario popular de nuestro tiempo. La historia de Dyson encuentra sus raíces en el seno rural de una familia religiosa de Norfolk (Inglaterra). Desde el principio, el pequeño Dyson demostró estar alejado de las fronteras del convencionalismo. Pese a orientar sus primeras inquietudes hacia el mundo de las letras, pronto le atraparía el virus del diseño, hasta decidirse por la ingeniería, consiguiendo en 1965 una plaza para estudiar en el Byam Shaw Art School de Londres, y completar su formación en el Royal College of Art (1966-1970), donde pasó del diseño de muebles al diseño industrial, su verdadera vocación. Más allá de inventos como el ‘SeaTruck’ (una embarcación de alta velocidad que podía atracar en tierra firme), o la ‘Ballbarrow’ (una carretilla cuya rueda delantera se sustituye por una bola, consiguiendo así mayor estabilidad), la verdadera revolución de James Dyson fue el invento de la primera aspiradora sin bolsa y sin pérdida de succión. En realidad, su carrera en el mundo de la aspiración comenzaría de forma casual, cuando, en 1979, se dio cuenta de que la aspiradora de su casa (una de las mejores del mercado en aquel momento) se atascaba continuamente. Rajó la bolsa y comprobó que había una capa de polvo en el interior que taponaba los poros, por lo que la aspiradora perdía potencia de succión. Desmontó de nuevo su viejo aparato y ‘fabricó’ una nueva aspiradora con unos ciclones hechos con cartón y cinta adhesiva. Sorprendentemente, recogía más suciedad que antes. El resto es historia (no sin dificultades en el camino, hasta forjar el mito actual), partiendo en 1993 con la DC01, la primera Dyson. Hoy en día, las aspiradoras Dyson están disponibles en 72 países y Sir James sigue creando productos de vanguardia con tecnología pionera. Cada semana se invierten 3,7 millones de euros en I+D+i, y en su imponente sede central de Malmesbury (Reino Unido), trabajan más de 1.000 ingenieros.

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