Zino Davidoff: el cigarro como estilo de vida
Davidoff, la marca, tiene más de medio siglo de vida pero su historia real comenzó mucho antes, concretamente el 11 de marzo de 1906, cuando nacía Zino Davidoff en Kiev (Ucrania). Como en otras muchas otras historias, para entender a la marca antes hay que atender previamente a su creador. Y Davidoff, el hombre, no […]
Davidoff, la marca, tiene más de medio siglo de vida pero su historia real comenzó mucho antes, concretamente el 11 de marzo de 1906, cuando nacía Zino Davidoff en Kiev (Ucrania). Como en otras muchas otras historias, para entender a la marca antes hay que atender previamente a su creador. Y Davidoff, el hombre, no solo ha dejado el legado de una firma de gran prestigio y nivel; también es reconocido como la figura que desarrolló la cultura del cigarro puro y reinventó un placer para convertirlo en un estilo de vida y de sibaritismo. Porque en Davidoff se concentran algunos de los valores que han convertido al cigarro en extensión de lo epicúreo, o como bien decía el propio Zino, “disfrutar de un cigarro puro tiene que ver con el placer refinado de vivir”.
Zino Davidoff encarna a la perfección la historia del emprendedor, la del visionario que irá siempre un paso por delante en un negocio que él elevó a la categoría de excelencia. A Davidoff no se le puede negar que todo lo que hizo permitió convertir al cigarro en la extensión de los placeres que definen a un gentleman. Porque en eso también, Zino fue un adelantado y encarnó como pocos al auténtico caballero.
Hombre de mundo –no en balde comenzó su aventura con una larga travesía hacia Sudamérica cuando contaba con 18 años de edad–, amante de la buena gastronomía y culto –solo hay que leer su libro 'El libro del buen fumador de habanos',–, su negoció ginebrino se convirtió en lugar de ‘peregrinaje’ de lo más granado de la sociedad de la época.
Davidoff añadía un último detalle a su perfil, tenía una extraordinaria visión de futuro y planeó perfectamente su sucesión, buscando que su herencia alrededor del tabaco fuera gestionada adecuadamente por una empresa que no solo entendiera bien sus cualidades, sino que lo amara como él lo hacía. Y lo encontró, por supuesto. De hecho, en compañía de quien sería su socio y amigo, Ernst Schneider, Zino afronta uno de los cambios trascendentes de la marca, cuando los cigarros Davidoff comienzan a ser ‘cultivados’ en República Dominica, abandonando años de éxito e innovación en las plantaciones de Cuba, esas en las que había conquistado su fama y donde también había dejado muestras de su carisma y personalidad.
La llegada en 1991 a República Dominicana iba a suponer un cambio no solo para la isla, también para el desarrollo de una compañía caracterizada por su voluntad de innovación, de descubrimiento de fórmulas que además de mejorar la calidad también busca nuevos consumidores. Davidoff se instaló en el valle del Cibao (Santiago de los Caballeros), con su particular orografía y microclima idóneo para el cultivo de la hoja de tabaco.
De allí han salido los Davidoff, Avo, Zino y Winston Churchill, algunas de las vitolas de una oferta premium que, además, ha conseguido atraer a nuevos consumidores en este exigente segmento, con un aumento significativo de fumadores entre 28 y 35 años; e incluso en los hábitos de consumo de cigarro por parte de las mujeres, que también han experimentado un notable comportamiento.
NUEVOS MERCADOS Y GLOBALIZACIÓN
Si a eso se le suma que Davidoff ha logrado conquistar el interés de los mercados emergentes, se puede hablar de expectativas de futuro que no solo agranden su cifra de negocio, sino ese espíritu inquieto del que tanto su creador como la marca han hecho gala. Lejos del conformismo, en Davidoff han ido sumando productos que no solo emplean tabaco producido en la isla –que nada tienen que envidiar a cualquier cigarro 'premium' cubano–, sino con denominación de origen localizada en Honduras, Nicaragua o... Brasil, protagonista este último de la línea Escurio. Otra forma de entender la diversidad y la distinción que en Davidoff está impreso en su genética.
Dicen que el entorno es parte necesaria para entender algunas situaciones ulteriores. La relación de Zino Davidoff con el tabaco comenzó en la infancia, cuando observaba cómo su padre torcía cigarros, pero sobre todo cuando abandonan el país para exilarse en Ginebra. Allí, el padre de Zino abre una boutique de cigarros en la Place des Philosophes que se convierte en punto de encuentro de exilados de la represión zarista. Ginebra se le queda pequeño al espíritu inquieto de Zino y decide conocer mundo. Por supuesto, el del tabaco.
El destino es Argentina. Davidoff se embarca con un tesoro: una carta de recomendación de un amigo de su padre. Un pasaje de su vida referenciado en 'El libro del buen fumador de habanos', el breviario escrito por Davidoff en 1967 y que aún hoy es de obligada lectura para los apasionados del cigarro: “No puedo darte mucho dinero; solo algunas cartas de presentación para los comerciantes de tabaco; pero si sabes usarlas y hacerte apreciar, valdrán tanto como el oro. En nuestra profesión, la amistad no es una palabra sin sentido... En efecto, muy pronto conocí esa amistad, esa solidaridad que une a las gentes del tabaco (...). Fui bien acogido en Buenos Aires (...), Después me dirigí a Brasil, donde conocí el tabaco negro. Fue una revelación; comprendí que la nobleza de nuestro oficio estaba ahí, en esas hojas largas, fuertes, sedosas, amplias (....). Hasta el día en que un viejo plantador brasileño al que yo respetaba mucho, me dijo: ‘Muchacho, tú amas el tabaco. Vete a Cuba, a las tierras rojas. Descubrirás el puro y ya no existirá nada más para ti’”.
En 1930 retorna a Ginebra y comienza a dar forma a su otra ‘profesión’, la de estanquero. Nada más ‘aterrizar’ decide ampliar el negocio de su padre con una sección exclusiva para cigarros en el sótano del local y donde las condiciones de humedad y conservación son óptimas; era la génesis del humidificador actual. Mientras el negocio de Davidoff gana músculo, ofrece muestras de su espíritu emprendedor. Por ejemplo, cuando nombra a cigarros habanos escogidos con el nombre de vinos Grand Cru de Burdeos.
Su primera línea lleva nombres como Château Haut-Brion, Château Lafite o Château Latour. Zino se había ganado el respeto de los cubanos y en 1970 nacen los famosos Davidoff Nº 1, Davidoff Nº 2 y Ambassadrice, los primeros ejemplos de una vida que el propio Zino definió: “El cigarro ha sido mi vida. Todo se lo debo: éxtasis y angustias, las alegrías de mi trabajo y las de mis ocios y si, con el pasar de los años, he adquirido un poco de ciencia teñida de filosofía, también es al cigarro al que soy acreedor por ello”.