Patek Philippe Nautilus, cuarenta años marcando estilo relojero
Cuarenta años después, no ha perdido un ápice de su estilo inconfundible, ese que le hizo convertirse en uno de los referentes icónicos y paradigmáticos de la excepcionalidad con la que Patek Philippe trata a todos sus productos. Nautilus, cuatro décadas después sigue atrayendo las miradas de todo aquel que se incorpora al universo relojero […]
Cuarenta años después, no ha perdido un ápice de su estilo inconfundible, ese que le hizo convertirse en uno de los referentes icónicos y paradigmáticos de la excepcionalidad con la que Patek Philippe trata a todos sus productos. Nautilus, cuatro décadas después sigue atrayendo las miradas de todo aquel que se incorpora al universo relojero de calidad, de todos aquellos a los que les apasiona la mecánica, pero también el diseño. Y en eso, pocos como el reloj creado en 1976 para entender que la forma recibida, la imagen, es parte consustancial de un éxito.
Ahora lo celebra con una edición 40 aniversario que actúa a modo de recuerdo de todo ese periplo, y que está compuesto por dos distintos modelos. La Ref 5711/1P con caja de platino y 40 mm de diámetro es un homenaje al original ‘Jumbo’ de 1976; el cronógrafo flyback Ref. 5796/1G hace lo mismo con la colección de 2006, cuando Patek Philippe celebró los 30 primeros años del Nautilus. En realidad, repasando la historia y su evolución como colección, no queda atisbo de duda sobre el acierto. Pero vayamos al comienzo. La familia Stern –que ostentaba la propiedad de la compañía desde 1932– apostó por algo que no se había hecho durante los 137 años anteriores en la compañía, la creación de un reloj deportivo. Pero además debía ser elegante y en la tarea se encomendaron a las ideas de uno de los grandes genios de la relojería del pasado siglo, Gérald Genta. Una colaboración que dio como resultado el Naurilus Ref 3700/1A, que rompía con las tendencias de la época pues era una pieza de gran tamaño para lo que se imponía como estética y además dejaba de lado el acabado en oro y se decantaba por otra nobleza, la del acero.
Había otro componente vital en su estética que lo hacía diferente y es que su forma evocaba al mar y a los deportes náuticos. De hecho, una de sus cualidades sorprendentes y novedosas es que era un reloj sumergible hasta 120 metros. Por todo ello, una de las características más sobresalientes y llamativas fueron los dos salientes laterales de la caja (a las 3 y a las 9 horas) que recordaban a las bisagras de las cajas de dos piezas y tomaban su forma inspiradas por los cierres de las escotillas de los barcos. No era el único detalle diferente, el bisel octogonal con su acabado satinado enmarcando el cristal le otorgaba personalidad y distinción, además de contribuir a su imagen de reloj robusto. Una imagen imponente que le ha acompañado durante toda su historia; una trayectoria duradera como lo prueba que la referencia 3700 formó parte del catálogo de la casa hasta 1990.
Por supuesto que la familia creció con la incorporación de nuevos modelos declinados en diferentes metales y tamaños. Así, el primer reloj de mujer apareció en 1980 (Ref. 4700/51J) y los modelos de tamaño medio,referencias 3800/1 y 3900/1, lo harían un año después. En 1996 llegarían las propuestas con numeración romana (Ref. 3800/1JA) y el primer modelo con correa de piel, anticipo de lo que en 1997 se convertiría en el Aquanaut. Las complicaciones aparecen en el Nautilus en 1998, con la Ref. 3710/1ª, con creaciones singulares como la de 2005, la Ref. 3712/1A, primer modelo dotado de fase lunar e indicador de reserva de marcha.
En 2006, coincidiendo con el trigésimo aniversario de la colección, se actualizó el diseño del Nautilus en su versión masculina, con una construcción de la caja en tres piezas (Ref. 5980/1ª), un cronógrafo automático con función “flyback”. En esta progresión creativa, no podemos olvidar al Calendario Anual Ref 5726/A (2010) o el primer el primer Nautilus automático para señora, de 2015. Nautilus ha crecido con los tiempos, ha tomado entidad a medida que también la relojería crecía en sus postulados y en sus exigencias. Y del mismo modo lo ha hecho su leyenda, que ha traspasado las fronteras de la marca para convertirse en uno de los elementos imprescindibles que ayudan a entender la relojería y su capacidad creativa.