Perrier-Jouët, una historia de naturaleza y tradición artesana

Perrier-Jouët, una historia de naturaleza y tradición artesana

Beber champagne es un acto de placer y de prestigio; por ello, resulta indiscutible que esta bebida es la estrella de los paladares más exquisitos. La importancia de la tradición y el meticuloso trabajo de los viticultores hacen que degustar un buen champagne se convierta en un ritual para los amantes de las burbujas. Además, […]

Beber champagne es un acto de placer y de prestigio; por ello, resulta indiscutible que esta bebida es la estrella de los paladares más exquisitos. La importancia de la tradición y el meticuloso trabajo de los viticultores hacen que degustar un buen champagne se convierta en un ritual para los amantes de las burbujas. Además, los conocedores de esta bebida saborean con cada copa una parte de su historia, aquella que la Maison decide contar a través de sus matices y sabores. La de Perrier-Jouët comienza en 1811 de la mano de dos amantes de la naturaleza, Pierre-Nicolas Perrier y Rose-Adélaïde Jouët.

Por aquellos tiempos, la variedad de uva Chardonnay no era muy cultivada en la región francesa de Eparnay. Sus creadores se proponen entonces, movidos por una firme visión progresista, elaborar con ella un champagne que integrara su profundo conocimiento de la botánica y la horticultura. La variedad Chardonnay marcaría el inicio, en 1920, de sus primeros cuvées de una sola uva, conocidos más adelante como Blanc de Blancs -hoy, una de las referencias más vendidas de la casa-.

Perrier-Jouët tiene su propio ‘Triángulo Mágico’, el cual coincide con el de la región de Champagne. En sus vértices se encuentran destacados municipios Grand Cru: Cramant y Avize, en Côte des Blancs, para la Chardonnay; Mailly, en la Montagne de Reims y Ay, en la Vallée de la Marne, ambas de Pinot Noir. Estas parcelas vertebran el viñedo de Perrier-Jouët y definen el estilo atemporal de sus cuvées más prestigiosas, especialmente Perrier-Jouët Belle Epoque.

Cave de la maison en la región francesa de Champagne. Foto: Gerard Uferas.
Cave de la maison en la región francesa de Champagne. Foto: Gerard Uferas.

Transmitir desde los orígenes

Porque una obra fruto del tiempo y la paciencia ha de tener algunos secretos bien guardados, Perrie-Jouët conserva sus archivos y champagnes más emblemáticos en la bodega Eden. Allí descansan los pocos ejemplares que quedan de la cosecha de 1825, embotellados por sus fundadores y considerado el champagne más antiguo del mundo. Solo la Chef de Cave posee su llave y en ella se pueden encontrar referencias como el Cuvée K, el primer champagne brut del mundo, lanzado en 1846, en respuesta a las preferencias de los consumidores británicos, que se inclinaban por un sabor más seco, y el legendario 1874 Vintage, que estableció el récord del champagne más caro vendido en una subasta cuando fue presentado por la casa Christie’s en el año 1888.

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Al compás de la naturaleza

No es en vano que la Maison se haya convertido en una de las bodegas más especiales de la región de Champagne. Desde que vio la luz hace más de dos siglos, ha conseguido proteger aquello que la naturaleza nos brinda para ofrecer un modelo de viticultura regenerativa. En su hoja de ruta, preservar el ecosistema de sus viñedos y de los suelos para elaborar vinos respetuosos con el medio ambiente. Para ello, la Maison ha implementado importantes medidas para la conservación de la biodiversidad en la región de Champagne; una de ellas, la eliminación de todos los herbicidas de sus parcelas en 2020, y en 2025 lo integrarán en toda la región de Champagne. La huella de carbono es otro de sus objetivos a combatir; para ello están experimentando con nuevas prácticas y maquinaria de cultivo sostenible, incluidos fertilizantes ecológicos, tratamientos alternativos y carros de poda eléctricos.

Séverine Frerson,  Chef de Cave de Perrier-Jouët.
Séverine Frerson, Chef de Cave de Perrier-Jouët.

Revelar la esencia

Más allá de encarnar una figura técnica para la elaboración de los vinos, la Chef de Cave es el alma de una bodega. Talento e intuición se unen en el arte del assemblage, tan importante para producir referencias con personalidad. Séverine Frerson, primera mujer en ocupar el puesto en los 200 años de historia de la Maison, es la Chef de Cave de Perrier-Jouët y la responsable de integrar los esfuerzos en sostenibilidad en el entorno natural de Eparnay.

Nativa de la región de Champagne, su vocación por el mundo de las bodegas comenzó a forjarse desde sus 15 años, cuando el sector estaba ocupado en su mayor parte por hombres. Hoy, sus sueños y pasiones han desterrado etiquetas para rendir homenaje al espíritu de una de sus fundadoras, Rose-Adélaïde Jouët, con quien comparte una innegable habilidad para revelar todos los matices de la variedad Chardonnay. Frerson es capaz de describir con extrema sensibilidad sus aromas florales y riqueza de matices. Ejemplo de ello es el icónico Perrier-Jouët Belle Epoque, para el que la Chef de Cave selecciona específicamente uvas Pinot Noir procedentes de Mailly-Champagne, en el norte de la Montagne de Reims, zona de suelos calcáreos, característica que realza la estructura floral de la Chadonnay.

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Perrier-Jouët, joyas para el paladar

Las expresiones florales son la esencia de Perrier-Jouët. Su meticulosa selección de las uvas y la experiencia de su Chef de Cave parecen ser el secreto de su colección clásica, formada por tres emblemas. Perrier-Joue?t Grand Brut, parte del ADN de la casa, es una cuvée estructurada, definida por las notas florales de la Chardonnay y por las variedades pinot noir y Meunier. Su aroma ofrece recuerdos de manzana, pera y piña. Perrier-Joue?t Blanc de Blancs, perfecto para servir como aperitivo, presenta un color dorado pálido y aromas de peonía y madreselva, pera blanca y cítricos como el limón y el pomelo. Es fresco, con toques minerales y su final es suave y persistente. Perrier-Joue?t Blason Rose? es la bandera de la excelencia gourmet dentro de su colección clásica. Sus protagonistas son los matices florales de Chardonnay enfrentados a la uva pinot noir. Aporta aromas de cítricos -pomelo rosa o la naranja sanguina-, granada y bayas maduras.

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Belle Epoque, un icono de elegancia

La colección Perrier-Jouët Belle Epoque se produce en cantidades limitadas y es fácilmente reconocible por unir arte y naturaleza en sus botellas inspiradas en el universo de la botánica. Su seña de identidad, las anémonas blancas japonesas creadas en 1902 por el artista Emille Gallé, uno de los impulsores del Art Nouveau. En esta colección Frerson lleva a cabo el ensamblaje de 30 vinos cuidadosamente seleccionados para preservar su elegancia y todos sus matices.

Sus variedades. Perrier-Jouët Belle Epoque Brut, un champagne elegante, de matices de flores blancas y frutos de pulpa blanca. En su aroma destaca la pera madura, un toque de cítricos, pimiento verde y jengibre. En boca es untuoso con notas de flor de tilo junto con ralladura de pera, mandarina y pomelo. En el Perrier-Jouët Belle Epoque Blanc de Blancs, la joya de la colección, se encuentra la expresión máxima del Chadonnay. Puro y delicado, en nariz es intenso, perfumado con notas florales blancas y miel, piel de pomelo, bergamota, flor de espino y un toque mineral de tiza. En boca es cremoso y presenta notas de flores blancas, cítricos y frutas tropicales. Por último, Perrier-Jouët Belle Epoque Rosé es un champagne rosado de textura sedosa. Es ligero y está definido por fragantes aromas de peonía rosa y flor de cerezo, complementados con bayas rojas y un toque de mandarina. Su final es largo y con un sutil toque salino.

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