
Arquitectura de pie: Aldanondo y Fdez reinventa el lujo en forma de zapato
Tras 12 años proyectando edificios, decidieron crear un atelier de zapatos a mano, en el que el lujo es sinónimo de calidad y personalización. Se llama Aldanondo y Fdez y está en Barcelona.
Catuxa Fernández (Lugo, 1979) e Ignacio Aldanondo (Fuentes de Ebro, Zaragoza, 1979) forman un tándem inopinado que, tras proyectar edificios durante 12 años, optaron por dar un giro copernicano a su vida profesional: un atelier de calzado artesano. “El elemento más sofisticado y atractivo de una vestimenta personal que se precie”, argumentan. Ambos comparten el aserto de Richard Sennett, ‘la artesanía es el pulso de hacer las cosas bien’, y el disfrute de un oficio sugerido por William Morris. “Descubrimos un universo que conjuga nuestro bagaje y experiencia con estructuras o materiales, el placer de la artesanía −el control del proceso de principio a fin− y el deleite por los detalles. El zapato es como un hábitat, pero sin tanto requisito estructural o funcional”.
Discípulos de dos maestros venerables, Josep Cunillera y Carlos Piñol, aprendieron “a trabajar bespoke, a tomar medidas con zapatos de prueba. Ansiábamos construir con las manos, pero con respeto: es la disciplina que más procesos involucra y con herramientas que exigen soltura”. Tras cuatro años de aprendizaje práctico, de 2012 a 2016, “una vez que perfeccionamos los procesos emprendimos en 2017”, con la marca Aldanondo y Fdez, la tienda online y una serie prístina bajo pedido: En movimiento. “El cliente toma las medidas pertinentes y nos remite sus preferencias”.
Un año más tarde, la Cofradía San Marcos Evangelista de Maestros Zapateros de Barcelona, el gremio con más solera de Europa –así lo corrobora un azulejo de 1202 del claustro de la catedral condal− los aceptó como hermanos; y, en 2019, como homólogos. Ese año, el atelier fue acreedor del Premio Nacional de Artesanía en la categoría de Emprendimiento por su compromiso con la calidad, la exclusividad y la diferenciación. En 2022, su colección inspirada en la activista Jane Jacobs repitió galardón, esta vez en la categoría de Producto.

Aunque el calzado de alta gama se identifica con diseño clásico para hombre, “apostamos por una opción unisex, plana o de tacón bajo”. Lo cierto es que cada par es único, para un público objetivo más joven de lo habitual. “Investigamos con patrones técnicos o materiales inusuales. Aun así, rechazamos un modelo basado solo en la disrupción. Siempre que no afecte a la calidad, la opción slow es sin duda más humana”.
Diseñados para durar casi toda la vida, “creamos clásicos contemporáneos, con curtidos vegetales de proveedores de Igualada o Banyoles, y materiales de kilómetro 0, que puedan pasar años en la tienda o en el armario. Se trata de comprar menos, pero mejor… Entendemos el lujo como calidad honesta, que combina estilo y comodidad”.
Diseñar un zapato funcional y duradero exige conocimientos y habilidades que, “una vez adquiridos, es menester compartir. Dedicamos tiempo a la formación de aprendices, ya sea como docentes en escuelas de moda, diseño o artes aplicadas; en charlas en escuelas de Arte y Diseño, escuelas de negocios o en empresas sensibles con la artesanía”.
La vertiente innovadora del atelier es su laboratorio AYF. “Experimentamos con diseños o patrones arriesgados, el ensamble de piezas o el uso de materiales; con diseños convertibles o elementos extraíbles o intercambiables; y colaboramos con diseñadores o artesanos de otros oficios”. Además, “convocamos cursos en el atelier para principiantes; de construcción sobre horma de madera…”.