Paul Dano, una nueva vida

Paul Dano, una nueva vida

En su primer papel en el cine, en L.I.E. (2001), Brian Cox (Logan Roy en Succession) le rapaba el pelo a un adolescente Paul Dano (Nueva York, 1984). Empezar así tiene que marcar de alguna forma. De alguna forma extraña que Hollywood ha tardado en entender, pero que, por fin, dos décadas después, ha aceptado […]

En su primer papel en el cine, en L.I.E. (2001), Brian Cox (Logan Roy en Succession) le rapaba el pelo a un adolescente Paul Dano (Nueva York, 1984). Empezar así tiene que marcar de alguna forma. De alguna forma extraña que Hollywood ha tardado en entender, pero que, por fin, dos décadas después, ha aceptado y abrazado. Después de ser, el año pasado, Enigma, el villano del Hombre Murciélago de Robert Pattinson en The Batman; y el padre de Steven Spielberg, elegido por él mismo, en el biopic sobre su adolescencia, Los Fabelman, el actor ha entrado en una nueva liga. Su último papel protagonista en Golpe a Wall Street, de Craig Gillespie (Yo, Tonya), que suena a premios, lo confirma. En esta entrevista realizada antes de la huelga de actores, pero durante la de guionistas, Dano habla de crecer en la industria, de reenamorarse del cine como director y de la suerte y privilegio de poder elegir. Muy lejos quedó el adolescente incomprendido y triste de Pequeña Miss Sunshine; hoy es un padre (de dos hijos con la también actriz y escritora, Zoe Kazan) dispuesto a interpretar más papeles paternales. Y también más villanos.

Entre The Batman y Los Fabelman, 2022 fue uno de esos años que marca una carrera. Después de esa exposición, ¿necesitó parar y pensar tranquilamente “ahora qué”?

Sí, un poco. Me cogí un año de descanso, pero lo había hecho antes y esta vez, además, tuvo que ver con mis hijos, porque mi mujer y yo somos freelance técnicamente. Después de esas dos películas, es cierto que necesitaba regenerar energía, pero, además, en ese tiempo tuvimos al segundo bebé. Y el siguiente proyecto que surgió fue Golpe a Wall Street. Una película algo más ligera, en el mejor sentido, comparada con las otras dos.

¿Elige sus proyectos como reacción al anterior?

Sí, creo que siempre hay algo de reacción. En este caso, sin duda, Golpe a Wall Street me pareció divertida, ligera, con este personaje, su luz, su pasión. Me pareció una oportunidad de pasarlo bien y de interpretar a alguien que, en muchos sentidos, era más parecido a mí que esos proyectos que hemos mencionado, claro. Era algo mucho más realista, Los Fabelman era de época, The Batman es fantasía. A veces estos proyectos tan contrarios vienen solos, sin buscarlos, casi siempre me ha pasado así.

¿En qué sentido? ¿Algún ejemplo?

Es como que pides algo sin verbalizarlo y llega. Después de rodar mi primera película como director, Lo que arde con el fuego (2018), que era muy contenido, tranquilo, me surgió la oportunidad de protagonizar la miniserie Fuga en Dannemora (2018), que era una energía y un esfuerzo completamente opuestos. Y después de rodar ese show durante siete meses, estando en casi cada plano, corriendo, con mucha energía, me ofrecieron una obra de teatro, ni siquiera me había parado a pensar en volver al teatro, pero fue lo mejor que pude hacer para recuperarme. Y mucho antes, Love & Mercy (2014), interpretando a Brian Wilson [líder de los Beach Boys], viniendo de las oscuridad de los personajes de Prisioneros (2013) o 12 años de esclavitud (2013), fue un gran alivio. Confío en que pueda seguir así porque es lo que mantiene este trabajo interesante y vivo.

¿El éxito es la posibilidad y capacidad de poder elegir?

Sí, exacto. Siempre es difícil este trabajo, no importa dónde estés, siempre parece que todo se puede desmoronar. Pero ahora me siento muy afortunado de poder elegir, de poder seguir mi instinto.

Después de Los Fabelman y The Batman, ¿las posibilidades se han multiplicado? ¿Cree que está más cerca del pico de su carrera?

Uf, no sé. A ver, trabajar con Steven Spielberg, que te elija y piense en ti para interpretar a su padre [se ríe]… es cumplir un sueño que ni sabías que tenías. Es bastante salvaje. Llevo muchos años haciendo esto y no es una industria fácil. Recuerdo que cuando el rodaje de The Batman se paró por el covid y luego volvimos a trabajar antes que muchos, me sentí más afortunado que nunca en un momento tan difícil para el mundo, no solo por tener trabajo, sino por tener un trabajo que amo. Y esa suerte y sensación de privilegio se multiplica cuando tienes hijos y piensas: “Puedo darles techo y comida”. Y aunque pase tiempo lejos de ello, porque este trabajo, en ese sentido, te obliga a estar mucho tiempo fuera de casa, ese tiempo lo disfruto porque me gusta mi trabajo.

Antes de The Batman siempre dijo que había rechazado películas de grandes presupuestos de ese tipo. ¿La presión de la paternidad, de proveer para tus hijos, cambia eso?

Bueno, no es que dijera que no a ese tipo de películas, pero es cierto que siendo más joven las evitaba porque no quería ser un chico de póster, de anuncio. Me asustaba esa parte del trabajo, la exposición, no quería nada de eso. No me sentía preparado. Y con el tiempo he aprendido a apreciar más incluso esa parte mediática; disfruté mucho The Batman y estoy disfrutando del momento fan, del fervor que sienten por el personaje y la saga. Y, de todas formas, creo que mucho es tener la paciencia y la esperanza de que lleguen los papeles adecuados para cada momento.

¿Hace mucho que no pasa por un casting?

No sé si tanto, pero…, toco madera [y se levanta a tocarla], hace tiempo que no hago castings, no, quizá alguna prueba concreta, pero no. Con Steven [ ], por ejemplo, fue solo una charla entre los dos. Es muy alucinante, sí.

¿Cuándo situaría ese momento de decir “puedo estar tranquilo, lo estoy haciendo bien, todo va bien”?

No lo sé. Es difícil aceptar y darte cuenta de que tu “poder”, y lo pongo entre comillas, es, en realidad, decir no a determinados proyectos, porque así es como vas guiando qué y cómo te presentas ante el mundo. Yo creo que cada película, cada personaje, dicen algo de quién soy, dice algo de cómo veo el mundo. Quizá soy demasiado sensible, pero siento que son una parte de mí… así que no sé, pero me siento tremendamente afortunado.

¿Cuándo situaría ese momento de decir “puedo estar tranquilo, lo estoy haciendo bien, todo va bien”? No lo sé. Es difícil aceptar y darte cuenta de que tu “poder”, y lo pongo entre comillas, es, en realidad, decir no a determinados proyectos, porque así es como vas guiando qué y cómo te presentas ante el mundo. Yo creo que cada película, cada personaje, dicen algo de quién soy, dice algo de cómo veo el mundo. Quizá soy demasiado sensible, pero siento que son una parte de mí… así que no sé, pero me siento tremendamente afortunado.

Hace cinco años debutó como director. ¿Cómo cambió su acercamiento al cine?

Creo que, en general, me hizo amar el cine aún más. Es el trabajo más difícil que he hecho nunca, pero también el que más me ha gustado. Una de las lecciones que aprendí fue confiar en el proceso. Actuar puede ser un poco solitario, pero como director conoces cada paso del proceso, cada persona implicada, te das cuenta de que todo el mundo está ahí por el buen resultado del filme. Respetar el proceso, confiar en él, es lo más importante.

¿Y ahora mismo está escribiendo el guion de su siguiente película como director?

Sí, bueno, no exactamente, porque estamos en huelga, pero sí quiero volver a dirigir. Ahora mismo, ser padre es mi principal trabajo. Encontrar el equilibrio entre familia y trabajo ha sido nuestro objetivo primordial en los últimos cuatro años. No creo que hayamos encontrado la fórmula secreta correcta aún.

¿Ve las películas como cartas al futuro, como legado de lo que deja a sus hijos, descendientes? Así será recordado.

No sé si todo lo que hago tiene que ver con el legado que pueda dejar. Mi manera de trabajar, de ver los personajes ha cambiado a lo largo de los años. Por ejemplo, si hiciera Fuga a Dannemora ahora mismo no podría cargar con toda esa energía negativa del personaje, llevármela a casa; ahora están mis hijos. Tampoco me preocupo mucho porque mis hijos puedan ver mi trabajo previo, ya lo harán o no. En todo caso, me preocupa más protegerles.

Hay actores que empiezan a hacer películas familiares e infantiles justo por eso, como Bardem con La Sirenita. ¿Será su caso?

[Risas] Sí, lo más seguro es que lo haga. Ahora existe una parte de mí tan distinta… También me hace gracia, no sé, volver a hacer una película familiar, una versión de Pequeña Miss Sunshine, solo que ahora interpretando al padre [risas]. Cada trabajo tiene su momento vital, supongo.

Por cierto, hace 16 o 17 años de Pequeña Miss Sunshine, de Pozos de ambición, las películas que le pusieron en el camino correcto. ¿Parece que fue ayer o que fue en otra vida?

Creo que quizá me parezca más como si fuera otra vida. Tenía 21 o 22 años entonces, ahora mismo casi soy incapaz de recordar mi vida antes de mis hijos [risas]. Pero lo recuerdo porque aún guardo buenos amigos de aquellas experiencias y aún son dos películas muy importantes para mí. Y, sobre todo, me parece increíble la vida que todavía tienen esos títulos.

¿Y qué hay de la música? Llego a tener un grupo, le gustaban los musicales. ¿Sigue siendo importante en su vida?

Sigue siendo muy importante porque uso la música para crear a mis personajes. Y en mi día a día soy un melómano, acabo con facilidad perdido en canales de YouTube o playlists de discos antiguos. Necesito la música en mi vida, me inspira. Para Golpe a Wall Street, por ejemplo, escuché mucho Louis Cole y Clown Core, porque tienen ese espíritu virtual excéntrico. Y sí, de vez en cuando toco la guitarra, pero ya no como antes [se ríe]. Escribo música también para desconectar un poco del trabajo.

¿Qué otras cosas hace en su tiempo libre?

He empezado a cocinar. Este año he estado escribiendo el cómic de Enigma, de Batman, y ha sido una pasada todo el proceso… También solía jugar al baloncesto, pero después de Love & Mercy, para la que tuve que ganar mucho peso, cambió mi metabolismo, lo dejé y ahora echo de menos los deportes. Me gustaría jugar al baloncesto, hacer snowboard… Pero ahora mismo no encaja mucho en mi vida [ríe].

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