Gonzalo de Cevallos: «Logramos que cada cliente pueda crear su propio reloj»
Basta escucharle para entender que su vínculo con Swatch es intenso, tanto como el que la marca ha dejado en millones de personas que desde hace 35 años siguen la evolución de una forma de entender la relojería que destaca por su autenticidad. Gonzalo de Cevallos, vicepresidente mundial de Swatch Group y director general de […]
Basta escucharle para entender que su vínculo con Swatch es intenso, tanto como el que la marca ha dejado en millones de personas que desde hace 35 años siguen la evolución de una forma de entender la relojería que destaca por su autenticidad.
Gonzalo de Cevallos, vicepresidente mundial de Swatch Group y director general de la compañía en España, es muy claro en su argumentación: “La autenticidad es la palabra que mejor define a nuestra marca. Desde su nacimiento, tuvimos claro que debía ser un concepto diferente al de la relojería tradicional, y después de 35 años podemos afirmar que eso se ha conseguido. Todo lo que hacemos es auténtico, seguimos manteniendo en nuestro ADN elementos que están en nuestro origen, la creatividad, la alegría de vivir y un punto de provocación. A eso hay que sumarle nuestra relación con el mundo del arte, y por supuesto nuestro precio, muy asequible, muy democrático”.
La relación con el arte, cuya última manifestación ha partido de la colaboración con el artista Damien Hirst “está presente desde el principio, y nunca ha tenido un componente elitista. Al contrario, de Swatch se dice que es el lienzo más pequeño que los artistas han utilizado. Hemos colaborado con más de 300 artistas de reconocido prestigio y también con jóvenes artistas”.
Hay un elemento importante en el discurrir de Swatch en el escenario relojero y es que detrás de cada colección –al año se crean más de 300 modelos distintos– “hay un concepto, una historia que contar”, dice Gonzalo de Cevallos. En ese entorno de exigencia de mensaje hay que situar la colaboración entre Swatch y la marca Hackett, “en la que hemos disfrutado mucho durante el proceso creativo y que, al mismo tiempo, demuestra que nuestro campo de acción no está ceñido exclusivamente al arte. A ambas firmas nos unía nuestra fecha de constitución y también el sentido de la creatividad”.
El resultado: una edición limitada a 1.983 piezas en “cuya elaboración han participado los directores creativos de ambas compañías y donde quedaba claro desde un primer momento que estaría dentro de la familia System 51, otro de los escenarios en los que Swatch ha marcado su territorio, con un calibre automático sorprendente”.
Porque en la firma que salvó a la relojería suiza de su inmovilismo y crisis, hay una apuesta permanente por abrir su espacio, su camino diferencial. El equipo creativo no para de realizar propuestas: “Es una locura... que nos encanta. A mí personalmente me reafirma en que estamos haciendo bien las cosas, en que somos fieles a ese concepto innovador y en parte revolucionario que preside nuestra historia”.
Y que se concreta en acciones como introducir un nuevo servicio “por el que cada cliente puede crear su propio reloj. Tan sencillo como entrar en la página web o en la tienda y gracias a una aplicación customizar la pieza tanto en la esfera como en la pulsera del Swatch”. Un servicio que además juega con el tiempo, pues “en unas horas le llega el reloj al cliente”. Un paso más en una marca que no deja de ‘inventar’ situaciones, incluso alejadas de la esfera del reloj, pero con su espíritu, como pasó hace unas semanas con el proyecto Swatch Cities, y donde Madrid ha sido la pionera.