Golf en invierno

Golf en invierno

En las grises mañanas de invierno, es fácil que el subconsciente opte por evadirse y poner rumbo a playas de arena fina, hacia climas más templados. Paraísos no tan lejanos en los que, en medio de la hostilidad mayoritaria del invierno europeo, se pueda disfrutar de las bondades de un buen campo de golf. Esta […]

En las grises mañanas de invierno, es fácil que el subconsciente opte por evadirse y poner rumbo a playas de arena fina, hacia climas más templados. Paraísos no tan lejanos en los que, en medio de la hostilidad mayoritaria del invierno europeo, se pueda disfrutar de las bondades de un buen campo de golf. Esta es una vuelta al mundo, desde el Caribe hasta el Océano Índico, pasando por maravillosos resorts perdidos en una naturaleza de colores intensos, donde se recibe una invitación a los encantos de un relax exótico, en el que tanto los profesionales del golf, como los aficionados, pueden colmar sus expectativas. Hablando de golf y playa, precisamente, en Nevis, una pequeña y coqueta isla caribeña a diez minutos en barco de St.Kittis, el Four Seasons Resort, ofrece un espectacular campo privado de 18 hoyos con acceso incluido en el precio de cada habitación (además del cochecito de golf y dos horas diarias de clase). El recorrido, diseñado por Robert Trent Jones II, serpentea junto al océano con unas vistas sobre St. Kittis y Nevis Peak (la montaña que domina la isla). Mimados por el personal de servicio y por un extraordinario spa, los huéspedes alternan el golf con los placeres que nos ofrece la vida junto al mar, que aquí se manifiesta con unas arenas más oscuras por el origen volcánico de la isla. A la hora del aperitivo, el restaurante Mango es una buena opción, especializado en pescado siempre fresco. También es posible almorzar en la playa, saboreando langostas pescadas directamente por los huéspedes y asadas según las indicaciones del chef. Mientras, en Barbados (colonia inglesa durante más de tres siglos), una profunda belleza blanquecina envuelve sus playas. Han pasado muchos años desde aquello, pero la huella británica permanece visible. Independiente desde 1966, Barbados ha conservado ese aire cuidado, esa opulencia discreta y la cortesía típica de las ex colonias inglesas. Las carreteras corren entre campos de cañas de azúcar y cientos de casitas de colores, que con ingenuidad imitan los grandes cottages de Georgia (EE UU). De vez en cuando aparece alguna antigua mansión inglesa, mientras en los pueblos la gente toma ron a todas las horas del día. El resort Sandy Lane puede presumir de ser el más espectacular de la costa oeste. Sinónimo de lujo y tranquilidad, une lo mejor de los dos mundos, el inglés y el caribeño, en un perfecto equilibrio entre espontaneidad y elegancia. Las habitaciones y las suites, amuebladas al estilo clásico, tienen vistas al mar del Caribe. Pero lo que hace único este resort, más allá de la atmósfera que se respira, son los tres campos de golf con recorridos espectaculares: el Golf Green Monkey, el Old Nine Course y el The Country Club Course. En la isla de Anguila, en la parte septentrional del Caribe, el Cuisinart Golf Resort&Spa promete un viaje gastronómico de 360 grados. A través de menús creativos que van desde la cocina criolla, perfumada de especias, hasta la japonesa y la italiana. Pero la joya del Cuisinart es su campo de golf de 18 hoyos, proyectado por Greg Norman, y en el que se juega mirando al mar. Después una jornada de deporte, el Venus Spa ofrece tratamientos especiales de hidroterapia. Pero si se habla de aunar golf y buena vida, es irremediable hacer referencia a Isla Mauricio. Entre sus múltiples resorts, destaca el One&Only Le Saint Géran, un icono del estilo colonial. Sumergido en la naturaleza lozana de la península privada de Bellamare, el hotel ofrece servicio personalizado, clubes para niños, cocina en el spa y actividades deportivas. Dentro de la finca, algo separado, serpentea un campo de 9 hoyos diseñado por Gary Player, para jugadores de todos los niveles. Viajando ahora hasta el Norte de la geografía africana, nos encontramos ya en Marruecos con el Royal Palm de Marrakech, (de Beachcomber). A12 km. de la urbe, con vistas a las montañas del Atlas, todo en este resort recuerda a la riqueza de la arquitectura bereber. Su campo de 18 hoyos, uno de los más espectaculares de todo Marruecos, sumado a una piscina de agua caliente para poder bañarse en cualquier momento del año, así como un gimnasio especializado en pilates, destaca dentro de su amplísima oferta. Al igual que en Mauricio, también aquí el spa lleva la firma de Clarins y ofrece tratamientos inspirados en el país árabe. Con respecto a la oferta gastronómica, sus tres restaurantes (Le Caravane, l’Olivier y Al Ain), proponen menús tradicionales y creativos, acordes con la cultura local, y aspiran a convertirse en la referencia de la cocina gourmet en Marrakech. Por último, de la tradición de Marruecos finalizamos con la modernidad extrema de Dubai, el emirato de los rascacielos surgidos de la nada, de los resorts y restaurantes de lujo más ostentosos y excesivos del planeta, y los campos de golf construidos en el desierto. Experiencia esta última que merece la pena probar. Golf y mar se unen con acierto y armonía en el Park Hyatt, hotel de 5 estrellas que se asoma sobre la ciudad y sobre el Creek, el canal que divide en dos partes esta megalópolis de nuevo cuño. Al entrar, llama la atención una suntuosidad en la decoración sin demasiadas estridencias, con colores cálidos de aire marroquí y un mobiliario moderno. Desde el Park Hyatt, cerca de la zona más antigua de Dubai (donde todavía sobrevive el zoco junto a los descomunales centros comerciales), se baja directamente al Creek Golf & Yachting Club, listos para entrar al campo y para desplegar técnica y sentidos.

ETIQUETAS:
  • Golf
  • Viajes