Julián Duque, la obligación de tomar la plaza

Por eso, en una excursión a Segovia, hay que dejar el coche en cualquier sitio, dar un paseíto por las cercanías del acueducto, buscar la imagen perfecta del Alcázar y luego llegarse hasta la plaza para darnos el gusto de un buen homenaje gastronómico tradicional.

Y ahí está siempre, y más ahora con el nuevo local, Julián Duque. Después de una gran reforma en el local que ocupaba la Taurina, este maestro asador cumple desde hace unos meses su sueño de tener un restaurante en la Plaza de Segovia, que por algo es el corazón de la ciudad, con su Catedral, su Quiosco de Música y su Teatro Juan Bravo.

Por lo demás, poco más hay que decir. La calidad es la de siempre. Buena materia prima con un tratamiento más moderno. Aquí se entiende todo cuando se lee en la carta. Puedo repetir una vez más con ese cochinillo que “ha permitido a un vegetariano volver a comer carne” o con sus judiones de La Granja con oreja, que demuestran cómo se puede comer plato de cuchara en los meses de verano. Sin embargo, las tentaciones de siempre son cada vez más sofisticadas.

Si se empieza con unas croquetas de gambas o boletus, quiero dejar un hueco para para las empanadillas de morcilla que son mi debilidad desde hace años, y luego seguir con un picadillo de Matanza la que siempre entona el cuerpo.

Como Julián sabe que en la evolución está el éxito, su steak tartar bien merece una visita desde Valladolid o Madrid porque la carne es excepcional o pedir unos lomos de corzo con patata trufada. Si optamos por una opción más light, cosa que no recomiendo, unas verduritas salteadas o una perdiz con un suave escabeche, pueden ser otra buena opción… La Plaza de Segovia ha merecido la pena.

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