Isetta: el mítico ‘huevo’ de BMW cumple cincuenta años
Una motocicleta carenada con apertura frontal y un motor monocilíndrico. Así de sencillo y práctico era el Isetta, con el que BMW motorizó un país tras la II Guerra Mundial.
Si el SEAT 600 dio acceso a los españoles a la posibilidad de conducir un automóvil en los años sesenta, lo mismo sucedió con el Isetta en una Alemania que se recuperaba de las graves heridas que la II Guerra Mundial había provocado en su tejido industrial. Pero este pequeño “huevo” con cuatro ruedas no fue idea de ningún ingeniero alemán, sino que se compró la patente a la fábrica italiana Isomoto, que ofrecía una motocicleta totalmente carenada denominada Isetta, y que se ajustaba a lo que a principios de los cincuenta buscaba la BMW, un vehículo utilitario en el que poder acoplar un motor monocilíndrico de motocicleta.
Tras comprar la patente de un vehículo fácil de producir, se introdujeron en él una serie de modificaciones y se fijó un precio razonable para la época –2.500 marcos, cuando un trabajador ganaba 90 marcos semanales–, de manera que empezó a comercializarse en 1955, y con notable éxito, hasta que en 1962 cesó el interés por este modelo y se interrumpió su producción. Se habían vendido un total de 161.728 vehículos.
Lo más característico del Isetta era su forma de huevo, con una puerta frontal que se abría hacia afuera y ofrecía un acceso amplio y cómodo a su interior, más que el de muchas berlinas de la época. El volante y el panel de instrumentos se fijaban en la puerta, y el conductor y su acompañante únicamente tenían que subirse a los pedales y sentarse en el asiento de dos plazas corridas sin realizar contorsiones. Además, tras el asiento había un espacio generoso para la rueda de repuesto o para el equipaje.
La versión inicial contaba con un motor monocilíndrico de 245 cc; desarrollaba una potencia de 12 CV y alcanzaba una velocidad máxima de 85 km/h con un consumo bastante bajo: 3,8 litros cada 100 km. Para mejorar el comportamiento del modelo original italiano se decidió montar dos ruedas en el eje trasero con una separación de tan sólo 52 cm, que estaba unido mediante un eje cardán a la caja de cambios de cuatro velocidades, una solución que permitía transmitir mejor la potencia a las ruedas y mejorar la estabilidad.
El Isetta se paseó por medio mundo, e incluso se llegó a realizar una versión con un motor de 300 cc. En el año 1957 se hizo una variante destinada a la exportación, con elementos específicos para el mercado norteamericano, hacia donde viajaron 12.787 Isettas. Fue el coche de muchos artistas e intelectuales, y también el primer coche de muchas familias en un país que comenzaba a resurgir tras el gran trauma de la guerra.
Un objeto de culto
A lo largo de la vida del Isetta (1955-1962) se fabricaron 161.728 vehículos, y cumplió muy bien la misión para la que nació: motorizar a un país cuyo tejido industrial había sido destruido casi por completo y no disponía de fábricas en las que montar utilitarios. Por todos los lugares por los que pasaba llamaba la atención, y demostró ser un vehículo apto para cualquier aventura, como la de una pareja de recién casados, que condujo el suyo desde Sicilia a Suecia en 62 horas. Su aparente fragilidad no impidió al ‘huevo’ de Fritz Fiedler participar en la ‘Mille Miglia’ italiana, donde registró una velocidad media de 70 km/h en un recorrido de 1.600 km, y también fue aclamado por su inconfundible estilo, llegando a ganar en el verano de 1955 un concurso de belleza en el Rally del Automóvil de Bad Harzburg. En la actualidad es un objeto de culto entre los amantes del automóvil y una pieza muy cotizada por los coleccionistas, puesto que se conservan pocas unidades.
