Moët & Chandon: la historia dorada del mejor champagne del mundo
El consumo de champagne se dispara. Es una constante en estas fechas. Pero no todos los que brindarán al nuevo año con una copa de este mítico vino espumoso saben qué hay detrás de sus burbujas. Para descubrirlo, Gentleman ha viajado hasta el pueblo francés de Épernay, lugar de nacimiento y actual sede de Moët […]
El consumo de champagne se dispara. Es una constante en estas fechas. Pero no todos los que brindarán al nuevo año con una copa de este mítico vino espumoso saben qué hay detrás de sus burbujas. Para descubrirlo, Gentleman ha viajado hasta el pueblo francés de Épernay, lugar de nacimiento y actual sede de Moët & Chandon, una de las marcas de champagne más prestigiosas del mundo.
El pueblo se encuentra a media hora en coche del aeropuerto parisino Charles de Gaulle, pero ya a la altura de Châtillon-sur-Marne se empiezan a divisar los viñedos que se extienden a lo largo del curso del río Marne. Allí crecen las variedades de uva que se utilizan para el célebre mixage del que nace el champagne: pinot negro, que otorga cuerpo al vino; pinot meunier, que le proporciona su gusto redondo; y chardonnay, que le confiere frescura y elegancia.
Épernay dista 20 kilómetros de estos viñedos que dominan el paisaje de la región de Champagne. Nada más llegar, recorremos la calle principal, Avenue de Champagne, elegante y ordenada, donde, en el número 18, se encuentra el Moët & Chandon Visitor Centre. En ese mismo lugar, en 1720, un marchante de vinos de nombre Claude Moët estableció la sede de su empresa y mandó excavar el primer núcleo de bodegas que aún guardan los tesoros de la marca.
Actualmente, una parte del edificio acoge un museo, en el que se guarda el registro donde Claude apuntaba de su puño y letra notas relativas a la actividad comercial (que arrancó un 10 de marzo de 1743, fecha oficial de fundación de la maison) y a su familia. De hecho, la familia tiene una importancia capital en la evolución de la marca: fue el nieto de Claude, Jean Rémy, quien adquirió nuevos viñedos y empezó a exportar el champagne a todo al mundo, desde Rusia hasta Brasil, antes de ceder la empresa al hijo, Victor Moët, y al yerno, Pierre Gabriel Chandon.
La fusión entre las dos ramas de la familia, y el nacimiento así de Moët & Chandon, se remonta a 1821: desde entonces la casa ha crecido hasta el punto de convertirse en la 'maison' más grande del mundo con 1.180 hectáreas de terreno, de las cuales la mitad son Grands Crus y un 25% Premiers Crus.
UNA MARCA UNIVERSAL
En otra de las estancias del museo, una pantalla proyecta imágenes del viaje a América de otro personaje fundamental en la historia de la familia: Robert-Jean de Vogue, el primero en utilizar, en 1966, barricas de acero inoxidable para la fermentación, la maduración y la conservación del vino.
A él se debe también la difusión masiva del champagne en los mercados internacionales y la fama a nivel mundial de la marca, conseguida gracias a una estrategia comercial que ha sabido democratizar el producto sin alterar su estilo y su carácter exclusivo. Y suya fue también la idea de lanzar, en 1936, tras haber comprado la célebre abadía de Hautviller en 1929, Dom Pérignon como expresión de cuvée de excelencia de la marca.
En 1967 Moët se fundió con Hennessy y, en 1987, lanzó la división Wines and Spirits del gigante del lujo LVMH (Luis Vuitton y Moët Hennessy), dirigido por Bernard Arnault, que hoy cuenta con 21 marcas en el sector de las bebidas alcohólicas.
Seguimos la visita al museo bajando a la boutique, que expone todos los formatos existentes de Moët & Chandon: desde el mini Moët (20 cl) hasta el Nabucodonosor (15 litros). Debajo de la tienda se extiende el laberinto de las inmensas bodegas, las más grandes de toda la región de Champagne: 28 kilómetros repartidos en tres niveles (de los 10 hasta los 30 metros bajo el nivel de la calle), con tramos que se remontan al siglo XVIII.