El swing de las estrellas

El swing de las estrellas

Bien para desconectar de sus congestionadas agendas, o bien por requisitos de guión -en el caso de las estrellas de la gran pantalla-, estas personalidades decidieron dejar de lado las alfombras rojas y los vestidos de gala para, durante unas horas, marcar 18 hoyos. Presentamos una selección de fotografías que enseñan a estas figuras de […]

Bien para desconectar de sus congestionadas agendas, o bien por requisitos de guión -en el caso de las estrellas de la gran pantalla-, estas personalidades decidieron dejar de lado las alfombras rojas y los vestidos de gala para, durante unas horas, marcar 18 hoyos. Presentamos una selección de fotografías que enseñan a estas figuras de la historia practicando -o fingiendo- un deporte relegado en sus inicios a las altas esferas sociales.

Duque de Windsor

Ahí lo tenemos (arriba, en la imagen), improbablemente elegante, el hombre que no quiso reinar porque prefirió la boda con una americana divorciada. Al príncipe Eduardo, duque de Windsor, se le ve importante incluso con este modelo de pantalón, que no tuvo la historia del famoso corte con pliegue al final de la pernera. Poco más de dos años antes de esta imagen había abdicado, tras apenas 325 días de reinado sin corona, para acabar viviendo en Francia, apartado por su familia de todo carácter institucional y por fin con tiempo para, entre otras ociosas aficiones, jugar al golf.

[caption id='attachment_7221' align='alignnone' width='1024'] Clint Eastwood. Almería, 24 de mayo de 1963. Clint Eastwood. Almería, 24 de mayo de 1963. [/caption]

Clint Eastwood

Dicen que Clint Eastwood aceptó rodar Por un puñado de dólares para pasar unos meses en Almería, un lugar entonces exótico para el actor estadounidense que aún andaba muy lejos de convertirse en la estrella que sigue siendo gracias, en gran medida, a esos spaguetti westerns de Sergio Leone. La aventura nos brindó imágenes como esta: un Eastwood treintañero que utiliza un descanso en pleno desierto de Almería para sacar unos palos y practicar, sin una brizna de hierba bajo sus pies, “su juego favorito”, por decirlo con el título de la comedia de Howard Hawks que rendía homenaje a este deporte.

[caption id='attachment_7222' align='alignnone' width='1024']Newport, Rhode Island, Estados Unidos, 14 de agosto de 1963. Newport, Rhode Island, Estados Unidos, 14 de agosto de 1963.[/caption]

Jackie Kennedy

El golf es también, en ocasiones, un juego que se practica en familia, aunque a veces a las mujeres les toque representar ese papel de acompañante que tantas veces se les reserva. Es lo que ocurre en esta fotografía tomada en uno de los campos de golf más ilustres de Estados Unidos: Jackie Kennedy, en primer plano, con gafas de sol, y su hermana Lee Radziwill, acompañan en el cochecito eléctrico a John F. Kennedy, el presidente que, fuera de cámara, es quien está jugando en realidad.

[caption id='attachment_7223' align='alignnone' width='1024']Catalina Island Golf Course, California, Estados Unidos, 10 de septiembre de 1934. Catalina Island Golf Course, California, Estados Unidos, 10 de septiembre de 1934. [/caption]

Clark Gable, Joe Schenk y Douglas Fairbanks

No es difícil recuperar fotos del protagonista de Vidas rebeldes practicando este deporte: con los también actores Robert Taylor y Barbara Stanwyck; David Niven o Rex Harrison; con la estrella de televisión Ed Sullivan, o con el productor Joe Schenk (en medio de la fotografía) y el actor Douglas Fairbanks que, ataviados con boinas en el considerado deporte más señorial del mundo, parecen querer resaltar la prestancia de Clark Gable, que prefiere mantenerse descubierto en este trío inesperado que descansa entre hoyo y hoyo en un banco del campo de golf californiano. El año en que fue tomada la fotografía, Gable ganó el Oscar por su papel en Sucedió una noche, aunque su film más emblemático, Lo que el viento se llevó, no llegaría hasta cinco años después.

[caption id='attachment_7224' align='alignnone' width='1024']Gardner y Sinatra. Las Vegas, 1953. Gardner y Sinatra. Las Vegas, 1953.[/caption]

Ava Gardner y Frank Sinatra

Entre otras peculiaridades, el golf es un deporte que suele jugarse en pareja; en realidad, compites primero con tu pareja, y luego con los demás rivales. Pero estamos ante un deporte sosegado en el que la rivalidad no parece crear graves desavenencias, sino que permite y fomenta la conversación, especialmente en los largos caminos hasta el tee y la excursión hasta el putt. También las charlas amorosas, como la que quizás mantengan en este campo de golf en el desierto de Nevada, en Las Vegas, Ava Gardner y Frank Sinatra, esa extraña pareja. Si acabaron mal, y decidieron separarse el mismo año en que se tomó esta foto, tras una tan apasionada como tumultuosa relación, seguro que no fue culpa del golf.

[caption id='attachment_7225' align='alignnone' width='1024'] Sean Connery y Tania Mallet en Goldfinger, de Guy Hamilton, 1964. Sean Connery y Tania Mallet en Goldfinger, de Guy Hamilton, 1964.[/caption]

Sean Connery y Tania Mallet

El campo de golf convertido en terreno de una batalla incruenta, de conspiraciones y glamurosos engaños. James Bond, el agente 007, se hace pasar en Goldfinger por un reconocido jugador que, infiltrado en un exclusivo club de golf, pretende retar al malvado enemigo a aceptar una apuesta de 5.000 libras, el valor de un lingote de oro de la Alemania nazi. Sean Connery –durante décadas invitado vip de la costa del sol andaluza, que quizás conocía mejor los campos de golf de la región que los de su propio país– trata en la imagen de guiar en sus primeros pasos en el deporte a la modelo y actriz británica Tania Mallet, también presente en el rodaje.

[caption id='attachment_7226' align='alignnone' width='1024']Steve McQueen en El caso de Thomas Crown, de Norman Jewison, 1968. Steve McQueen en El caso de Thomas Crown, de Norman Jewison, 1968.[/caption]

Steve McQueen

No se crean lo que están viendo. No era el golf, ni mucho menos, la actividad preferida de Steve McQueen, un auténtico apasionado del motor, piloto avezado que llegó a competir en sonadas carreras automovilísticas. Si ha empuñado un palo de golf es para interpretar a Thomas Crown, el millonario que, aburrido de su vida rutinaria, planea un atraco a un banco en lo que cree un golpe perfecto. La escena, como si de un falso spoiler se tratara, muestra al protagonista en un momento delicado: la caída de la pelota en un búnker es sinónimo de una pesadilla de la que ni los maestros se ven libres. Salir de ahí sólo se consigue con calma, cálculo y una gran habilidad con el sand wedge, el hierro cuyo diseño permite lanzar la bola hacia arriba, salvando la trampa de un solo golpe.

[caption id='attachment_7227' align='alignnone' width='1024']Pola Negri y Charles Chaplin. Lugar no identificado, 2 de febrero de 1923. Pola Negri y Charles Chaplin. Lugar no identificado, 2 de febrero de 1923.[/caption]

Pola Negri y Charles Chaplin

No era el golf el deporte favorito de Chaplin, mucho más aficionado al tenis. Desconocemos si lo era de Pola Negri. La imagen, en definitiva, puede resultar engañosa. Porque lo cierto es que fue tomada el día en el que ambos -estrellas indiscutibles del cine mudo- hicieron público su compromiso que, sin embargo, nunca llegaría a buen término. Cuentan las crónicas que, igual que posaron para tan celebrado anuncio, eligieron luego un campo de golf para continuar la sesión fotográfica. No hay más fotos de la pareja en acción sobre el césped; quizás de ahí esa cara de sorpresa con la que miran, probablemente, a una no muy bien dirigida bola.

[caption id='attachment_7228' align='alignnone' width='1024']François Mitterrand en una fiesta del Partido Socialista Francés, en el verano de 1967. François Mitterrand en una fiesta del Partido Socialista Francés, en el verano de 1967.[/caption]

François Mitterrand

En una fiesta del Partido Socialista Francés, verano de 1967. Como una metáfora de su propia vida, una espesa vegetación siembra de obstáculos el camino hacia el éxito del político francés, en esta fecha tan lejos como la bola del green de convertirse en presidente de la República gala. Lo lograría, por fin, en 1981, para cimentar en un mandato de 14 años toda una leyenda que acabaría llenando de más oscuros que claros y de los que en más de una ocasión –como al día siguiente de la sonada derrota de su partido en 1993, según contaron entonces las crónicas– buscó refugio en el golf.

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