Corbatas, una cuestión de nudos

Corbatas, una cuestión de nudos

La corbata es probablemente el accesorio de la etiqueta masculina más común, pero no por ello menos especial. Dice mucho sobre nosotros, expresa el sentimiento, la personalidad, la pasión de quien la lleva”. En estos términos se explica Maurizio Marinella, tercera generación de la familia artesana responsable de las corbatas que llevan los personajes más […]

La corbata es probablemente el accesorio de la etiqueta masculina más común, pero no por ello menos especial. Dice mucho sobre nosotros, expresa el sentimiento, la personalidad, la pasión de quien la lleva”. En estos términos se explica Maurizio Marinella, tercera generación de la familia artesana responsable de las corbatas que llevan los personajes más célebres del mundo. En los últimos 100 años, por su histórico taller napolitano de 20 m2, asomado a Piazza Vittoria, han pasado personajes como Giovanni Leone (pionero en llevar corbatas de fantasía), Aristóteles Onassis (que las compraba por docenas, todas negras, para que no se notara su humor), o Helmut Kohl (para el cual se hizo una corbata 65 cm más larga de lo normal). En los últimos tiempos, aquel pequeño taller de Nápoles ha crecido, se han añadido 90 metros cuadrados de showroom en la planta superior, y cuenta con tiendas en Milán, Lugano, Londres, Tokyo y Hong Kong. Y es que en Marinella, las creaciones a medida y la tradición costurera están más vivas que nunca. Hoy, igual que hace un siglo, los preceptos del fundador Eugenio Marinella se mantienen y respetan a rajatabla. Empezando por las medidas: una buena corbata tiene que medir entre 8,5 y 9,5 cm en el punto más ancho. El nudo se debe hacer sin apretar demasiado, para evitar el efecto ‘ahorcado’. Fundamental es el tejido. La casa napolitana utiliza desde sus orígenes las preciadas sedas de los proveedores ingleses: seda jacquard para las regimentales, o más ligera (como la de los fulares) para las corbatas con dibujos fantasía o para los modelos más elegantes; y lana de rayas o con fantasía escocesa para la ropa deportiva invernal. Los colores y motivos estampados son un argumento delicado. Hay que evitar dibujos muy grandes y llamativos, así como los apagados y anónimos. Son preferibles, por todo, las corbatas de un solo color vivo, con pequeños dibujos o rayas transversales de dos o tres colores. “Mi abuelo Eugenio y mi padre Gino decían que aunque lleves todos los días el mismo traje gris, con una corbata bonita parecerá cada vez un traje diferente. Por tanto, sí al color”, aconseja Mauruzio Marinella, voz lo suficientemente autorizada en la materia. Ahora bien, cuidado con las combinaciones. La corbata ha de ser de un color más oscuro que el de la camisa y más intenso que el de la chaqueta. Hay que evitar el efecto ‘todo rayas’, que se produce al llevar una corbata regimental con camisa y traje de rayas. De la misma forma, es aconsejable no combinar una camisa de cuadros con una corbata de dibujos muy apretados. “Las reglas esenciales consisten en hacer combinaciones delicadas, de buen gusto y no demasiado llamativas”, explica Marinella. “Porque hay quien elige una corbata para hacerse notar y quien lo hace por todo lo contrario. No hay que olvidar que la corbata comunica el estado de ánimo de quien la lleva. Si en un día de sol, se elige una corbata clara, será fácil que el futuro nos sonría.

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