Nombres del año IV: La música invisible de Joaquín De Luz

La bailarina y coreógrafa estadounidense Martha Graham (1894-1991) decía que “bailar es hacer la música visible” y que “los grandes bailarines no son geniales por su técnica, sino por su pasión”. Son dos puntos de vista que encajan perfectamente con las representaciones de La Sylphide en 2024 en España con Joaquín De Luz al frente de la Compañía Nacional de Danza.

Tuve ocasión de ver el espectáculo en Madrid y Santander –también se representó en Granada o Sevilla– y me ha parecido de una calidad excepcional, no solo por criterios musicales, teatrales o de interpretación rigurosa y apasionada, sino también por sus valores de recuperación histórica y ampliación de repertorio en una compañía de danza con visión de futuro. Además, se ha utilizado la versión idónea de esta obra, la coreografiada por August Bournonville, con música de Lovenskiold y libreto de Adolphe Nourrit, estrenada en el Royal Danish Theater de Copenhague en 1836. Ambientada en Escocia y con algún guiño a Giselle, la obra rezuma romanticismo y frescura, y una sensación de vitalidad e impecable ejecución que fascina al espectador. Sin duda, es uno de los espectáculos del año.

Curiosamente, supone la última propuesta de Joaquín De Luz al frente de la Compañía Nacional de Danza, con la que el singular artista madrileño de 48 años, termina una actividad que comenzó en 2019. De Luz tiene a sus espaldas una espectacular carrera estadounidense –15 años como bailarín principal del New York City Ballet, por ejemplo– y con un aluvión enorme de premios internacionales. Su trabajo al frente de la CND ha sido más que estimable y La Sylphide es una prueba de ello. En 2025 estará al frente de Los Veranos de la Villa en Madrid. Allí le encontraremos de nuevo.